La única bodega vallisoletana de la DO Tierras de León se convierte en sociedad limitada
06.12.09 - 01:36 -
80 Es el número de socios que tiene la nueva sociedad limitada Meóriga Bodegas y Viñedos.
Marca. Señorío de Mogrovejo.
Producción prevista. 20.000 botellas de blanco 100% verdejo. 40.000 de rosado con aguja natural (madreado) de prieto picudo. 10.000 botellas de tinto joven. 20.000 de joven roble (seis meses de barrica). Entre 7.000 y 8.000 de crianza (de 18 a 24 meses de barrica).
Mayorga de Campos no sólo huele a pan gracias a su museo provincial, también huele a vino. Y huele a vino porque, a pesar de estar enclavado en plena comarca terracampina, en gran parte de las tierras de este municipio crecen unas viñas de una variedad poco conocida, pero que cada vez va a dar más de que hablar. El tiempo lo dirá. La prieto picudo, una variedad de uva tinta de piel negra azulada que es autóctona del sur de León y se interna también en las provincias de Valladolid, Zamora y Palencia, se apiña en un racimo apretado (de ahí su nombre) de uvas en forma de piñones (he ahí su apellido). En Mayorga se levanta la única bodega vallisoletana amparada por la Denominación Tierras de León, un proyecto asociativo que nació como cooperativa hace más de cuatro décadas y que hace mes y medio se transformó en sociedad limitada en aras de una necesaria transformación y modernización, y con intención de conquistar distintos mercados, desde los más próximos -como la misma capital vallisoletana, León, Asturias y el País Vasco-, a los más lejanos, como Estados Unidos.
Con una nueva imagen más acorde al siglo XXI y con unos impulsores más jóvenes, Meóriga Bodegas y Viñedos busca su hueco entre los vinos de calidad de Valladolid. Porque no conviene olvidarlo, la provincia suma cinco denominaciones de origen. Son las que citamos a continuación, ordenadas por su año de aparición: Rueda (1980), Ribera del Duero (1982), Cigales (1991), Toro (1997) y la más jovencita, Tierra de Vinos de León (2007).
Si la variedad verdejo es sinónimo de vinos de Rueda y la mencía de vinos de El Bierzo, la prieto picudo lo es de Vinos de León, pero con salvedades, las que marcan las fronteras naturales que no saben de acuerdos administrativos. En este caso es el río Cea, un afluente del Esla que su vez lo es del Duero. Por lo tanto, no abandonamos el gran río Duero que riega todos los grandes vinos de Castilla y León. En este caso, el milagro se produce gracias a la vega del Cea. La margen derecha del Cea es ya el páramo leonés, mientras que en la orilla izquierda se extiende la inmensa Tierra de Campos.
Y es una bodega fronteriza porque la provincia vallisoletana desaparece en unos pocos kilómetros hacia el norte de Mayorga de Campos para dar paso a León. Una localidad que en la Edad Media fue plaza estratégica gracias a su emplazamiento en un altozano entre los reinos de Castilla y de León. De hecho, este municipio ora quedaba en manos de uno de los dos reinos, ora servía al otro. Los actuales conductores de este proyecto vitivinícola no han querido olvidar ese pasado y, por ello, la nueva bodega se llama Meóriga (nombre que deriva después en Mayorga).
Sangre joven
Dos jóvenes peritos agrícolas están al frente del nuevo proyecto Meóriga Bodegas y Viñedos. Ambos descienden de Mayorga de Campos y sus familia ya poseían majuelos, pero plantaron 50 hectáreas más de la variedad prieto picudo en espaldera. Se trata de David Urquizo, de 37 años, a la sazón el presidente, y de Óscar de la Viuda, de 36, que asumió las funciones de gerente. En el 2008, ambos decidieron embarcarse en esta aventura vitivinícola que echa por tierra un pasado de venta a granel para ofrecer vinos de calidad. En un nuevo homenaje al patrón de su tierra, optan por llamar a sus vinos Señorío de Mogrovejo, para recordar al santo Toribio Alfonso de Mogrovejo y Robledo, que nació en Mayorga en 1530 y murió en Perú en el 1606. La primera recompensa no se hizo esperar mucho y el pasado mes de marzo la bodega recibía un Zarzillo de Plata 2009 por su crianza de prieto picudo, un mes después de su salida a los mercados. «Es una uva de más color que la tinta del país o tempranillo y acidez baja», señala David Urquizu.
Una técnica ancestral de Mayorga, y que estos jóvenes conservan, juega a favor de los tiempos que corren, en los que a los jóvenes les gusta el vino rosado de aguja. Y es que con el conocido como madreado o madreo se logra una aguja natural, sin necesidad de inyectar carbónico. Consiste en introducir racimos en los tinos durante la fermentación de los vinos rosados.
Junto a los enormes tinos de hormigón revestidos con resinas y capacidad para 2,5 millones de kilos de uva, la bodega ha comprado 70 barricas, la mitad de ellas de roble francés, para envejecer sus crianzas y futuros reservas. Este año han vendimiado 200.000 kilogramos de uva. «Ha sido una buena cosecha con poca producción y de buena calidad, se han recogido de 1.500 a 2.000 kilos por hectáreas», precisa Urquizu. En las Navidades próximas también podrían dar alguna que otra sorpresa con un vino afrutado y dulce elaborado con verdejo procedente de cepas de 80 años. No será mucha la cantidad. Unas 3.000 botellas de un vino tostadillo, que piensan que triunfará entre las mujeres.
El secretario, Lázaro Díez Redondo, de 53 años, explica los últimos cambios. «En el 2003 hicimos una cooperativa para explotar las viñas con intención de entrar como socios en la antigua Cooperativa Comarcal del Cea. Finalmente, una cooperativa compró los activos de la otra y, hace mes y medio, hemos constituido una sociedad limitada». Eran más de doscientos socios, ahora alrededor de 80. «Todavía queda mucho por hacer de cara a lavar la imagen de la bodega. Reformar los techos, pintar las paredes, aislar bien los suelos, cambiar la instalación eléctrica, vallar el terreno, etcétera», según detalla Óscar de la Viuda. Pero no falta ilusión.
Origen información: El Norte de Castilla
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