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miércoles, 27 de abril de 2016

Lagar de Sabariz. Entrevista Pilar Higuero, propietaria de Lagar de Sabariz

Entrevista Pilar Higuero, propietaria de Lagar de Sabariz

“Hablo con acento andaluz por culpa de la filoxera y aunque no pensé en dedicarme a esto, es algo que no me extraña”

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 Cuando hacemos esta entrevista, fijada con una semana de antelación, Pilar Higuero acaba de llegar de una feria en Madrid y está completamente afónica. A pesar de ello, accede a  responder amablemente a  todas las preguntas y no duda un minuto en salir a la lluvia para enseñarnos la tierra, los viñedos y presentarnos a parte de esa extraña familia que la sigue con deleite (perros, ocas…).  Pilar, enfermera de profesión, decidió un día poner en marcha una bodega, y no una cualquiera, Lagar de Sabariz es especial por múltiples cosas (el entorno, su éxito fuera de la D.O., su presentación) pero lo que hace único a este proyecto es su propietaria, ella es el alma de A Pita Cega.

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Imagino que se lo habrán preguntado muchas veces, ¿pero cómo acaba un enfermera dirigiendo una bodega en un pueblo perdido de Galicia?
La primera vez que yo entré por esta puerta era el mes de febrero y en el peor día para enamorarte de algo, nueve de la mañana, un grado bajo cero, ‘poalla’, niebla, frío, viento. En fin, destrucción total (risas). Pero en cuanto me abrieron la puerta sentí que era un sitio mágico, me transmitió muchísimo, y en ese momento ya le dije a mi marido que yo me quería morir aquí. Ha habido que trabajar muy duro para que esto sea lo que hoy se puede ver, pero ya en ese momento sentí que esta finca, que había estado abandonada mucho tiempo, que me estaba ofreciendo una oportunidad. Y la cogimos al vuelo.
En la página web de la bodega pone en valor la viticultura del granito, ¿a qué se refiere?
Cuando nos referimos a la viticultura del granito, hablamos de Galicia, evidentemente. Galicia es tierra granítica y esta zona mucho más. Nuestros suelos son de granito descompuesto, del periodo del cínico, lo que aquí se llama sabre o sábrego. Son suelos ácidos, muy pobres, la viticultura en principio no es fácil, pero el granito transmite esa mineralidad que hoy en día se busca en los vinos. Esa sensación salina y, sobre todo, atlántica. Y no sólo en los vinos blancos, sino también los tintos.
¿A Pita Cega es el único vino que elaboran en Lagar de Sabariz?
Bueno, cuando el clima y la naturaleza nos lo permiten hacemos también A Pita Miuda. Este año haremos también otros vinos diferentes, pero la Pita Cega es realmente nuestro vino, con mayúsculas, lo demás son elaboraciones en pequeñas cantidades.
Este vino no está dentro de la D.O. Ribeiro, ¿es algo premeditado?
Desde que iniciamos este proyecto siempre lo tuvimos claro, la familia de mi marido es del Ribeiro, ellos fueron grandes viticultores y tenían muchas fincas y vinos de una enorme calidad. Yo sabía perfectamente desde el primer momento que estábamos fuera de Denominación de Origen. Entendía y entiendo que la D.O. es una figura burocrática, pero sabía que no íbamos a estar bajo su protección y amparo, que no íbamos a tener publicidad, así que estaba preparada para que esto fuera más difícil de lo que sería poner en marcha una bodega “normal”. No obstante, hay que tener claro que en esta finca se hacía vino hace 500 años, Sabariz del Ribeiro, y así aparece reflejado en el Centro Geográfico del Ribeiro. Así que si hace todo ese tiempo se hacía vino y era bueno, por qué no se iba a poder hacer ahora.
¿Qué implica no estar dentro de una Denominación de Origen?
Nos obliga a esforzarnos más, a hacer un vino mejor, a comunicar mejor. En aquellos momentos hacer un vino fuera de Denominación era una locura porque para el consumidor es garantía de calidad, incluso de salubridad. Así que este vino nacía desamparado, pero pensé que esta finca era capaz de dar esa calidad enorme que tiene A Pita Cega y que lo de la Denominación de Origen era simplemente un hándicap que había que superar, no un imposible. Muchos años después, quizás a partir del 2012, empezó a surgir una especie de revolución, con mucha gente en contra de las denominaciones. Yo tengo amigos cuya D.O. les ha descalificado el vino y después The Wine Advocate les ha dado 93 ó 94 puntos Parker. Todo esto ha creado unas expectativas hacia las bodegas pequeñas como la nuestra y creo que hoy en día ya no es un hándicap ir contracorriente, es un mérito. A veces te encuentras con problemas, por ejemplo de visibilidad, pero creo que esto también va a mejorar. Por ejemplo, no podemos participar en el Tunel de los Vinos de Galicia porque tienes que formar parte de una Denominación de Origen, lo mismo pasa en Vinisterrae. Y eso a pesar de que nuestro vino ha sido elegido Mejor Blanco de España, según El Mundo Vino, y tiene 93 Puntos Parker, empezamos con 92 y cada añada vamos subiendo en puntuación.
Evidentemente estar fuera de una D.O. conlleva muchos problemas
Efectivamente, pero también te da una libertad absoluta, el no tenerte que ceñir a esos patrones de tipicidad que marcan y que no entiendo demasiado bien te libera totalmente. Ribeiro es una D.O. con ochenta y tantos años y ese tiempo en la naturaleza no es nada. Sabariz es un vino de aldea y no está sujeto a nada. En Francia esto sería un chateaux, y no hablo de castillos, hablo de una propiedad cerrada, donde las uvas se vinifican dentro de esa propiedad.
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Y ya como broche de oro a la originalidad, su bodega está dentro de lo que era la capilla en esta propiedad
Bueno, en realidad está dentro de los tres muros que quedaban en pie de lo que efectivamente fue la capilla. Se podría decir que es un vino “acogido a sagrado”.
¿Dónde están vendiendo la producción de A Pita Cega?
En Puerto Rico, en quince estados de Estados Unidos, en Polonia, Alemania e Inglaterra y ahora vamos a ir también a Japón. La producción varía mucho de un año a otro, pero anda sobre 6.000 botellas. La finca tiene una extensión de 30 hectáreas, de las que solamente cultivamos cuatro, el suelo es muy pobre, el rendimiento es muy bajo y el trabajo biodinámico no va encaminado a la cantidad, va orientado a la calidad. Si tenemos un año como el 2015, que fue de libro, todo va muy bien y la producción aumenta, pero hay vendimias malas, donde la producción baja tanto que roza el desastre como en 2012, que bajamos a 750 botellas. Fue un año muy duro, llovió en la floración, hubo mucho corrimiento de racimo, cuando ya había cuajado el racimo, nos cayó una granizada enorme y la vid quedó con muchísimas heridas. En una viticultura convencional hubiera dado un antifúngico, pero nosotros preparamos infusiones de hierbas y rezamos muchos padrenuestros, pero la producción bajo enormemente.
¿Si le hubieran dicho hace 25 años que ahora estaría ejerciendo de bodeguera, le hubiera extrañado?
En absoluto, yo hablo con acento andaluz por culpa de la filoxera. Mi familia venía de Francia y Cataluña, se arruinaron con la filoxera y se fueron a Málaga, allí volvieron a arruinarse porque la filoxera entró por el puerto a principios del siglo XX. Mi marido es hijo y nieto de bodegueros y aunque fue algo que nunca me planteé siendo más joven, no creo que me hubiera extrañado si me lo hubieran dicho. No era algo que estuviera fuera de programa.
Me decía que la vendimia de este año ha sido excepcional.
Es cierto, la viña ha pasado muchísima sed, eso está claro, pero la cepa es una planta sufridora y es capaz de aguantar. Nuestros suelos son muy pobres, muy porosos, y el agua enseguida baja, pero las noches de Sabariz -estamos a 500 metros de altitud-, son muy frías, con lo cual con la ‘xiada’ de la mañana, la cepa se relaja. Realmente ha sido un año muy bueno, sin problemas de fúngicos, sin tratamientos… Normalmente miras el tiempo 20 veces al día, te pasas la primavera y el verano mirando hacia arriba y rogando para que no llueva, y este año ha sido casi al contrario. Hubiera venido bien un poquito de agua, llovió por última vez el 11 de junio y después no volvió a hacerlo hasta después de la vendimia, salvo un día. La uva estaba perfecta, los racimos eran de cuento.
¿Se puede vivir de una bodega como ésta?
A día de hoy no, nos conformamos con no tener que aportar dinero a finales de año. Llevamos poco tiempo, tenemos poca plantación, muy poca producción, no sé, quizás en un futuro.
¿El objetivo es comprar más viñedo?
El objetivo es plantar un poco más, lo justo para poder vivir de esto. Cuando en biodinámica se habla de una finca, siempre se habla de una escala humana, lo que una familia puede trabajar sin necesidad de más. Este es un viñedo cuidado y amado, si duplicamos la superficie no vamos a poder duplicar el tiempo, vamos a tener que repartir los mimos que le damos a nuestras cuatro hectáreas entre ocho. El nivel de atención bajaría, así que lo que me planteo por ahora es una hectárea más de blanco y dos o tres de uvas tintas, con castas del Ribeiro. Me vuelvan loca los tintos gallegos, se están haciendo cosas fantásticas aquí.
¿Qué destacaría de los tintos gallegos?
Son ligeros, crujientes, atlánticos y van fenomenal con la comida de hoy. En España hay grandes tintos en casi todas partes, pero algunos son más para catar que para beber, no van con la comida de hoy, tendrías que matar a un jabalí para acompañarlos (risas). En cambio los de aquí van con cualquier cosa, tanto con carne como pescado, con la cocina asiática… Este año hemos hecho un tinto recogiendo uvas por todo el Ribeiro. Hemos conseguido 1.900 kilos en más de ochenta viñas, ha sido un trabajo precioso, hemos conocido el alma del Ribeiro, gente enormemente sabia. Ahora lo tenemos en barrica, se trata de una especie de “vino comunitario” porque mucha gente ha aportado cosas. Habrá que ver cómo sale, es una prueba, me hacía mucha ilusión vinificar tinto y por el momento lo he conseguido y ha sido una experiencia fantástica. Queríamos hacer 300 kilos de uva y al final, y gracias a la aportación de muchos vecinos, se nos fue un poquito de las manos.

Orígen información:  Cepas y Vinos

lunes, 8 de octubre de 2012

José Luis Cuerda - Cineasta y propietario de la bodega Sanclodio

José Luis Cuerda - Cineasta y propietario de la bodega Sanclodio

"La cultura en España produce un negocio mayor que la agricultura"
 "Me juego el cuello a que somos más conocidos por Almodóvar que por el ministro de Exteriores", asegura el nuevo bodeguero




El cineasta y productor José Luis Cuerda, ayer con una botella de su vino, Sanclodio. // Isabel Ramón

Se define como un "gallego propietario" desde que en 2002 compró una bodega, solo por su caserón del siglo XVI. Diez años después, combina cámara y caldos. Y ambos trabajos, películas y botellas de Sanclodio, son reconocidos dentro y fuera de España. Sobre el vino Ribeiro, Cuerda cita a Álvaro Cunqueiro para destaca que es "un vino amigable", como dijo el literato, porque "es muy agradable de beber y facilita las emociones".

CRISTINA MARTÍNEZ –Su explotación vinícola en la localidad gallega de Leiro, ¿es un refugio o ya le da más satisfacciones que el cine?

–Es un refugio que da mucho refugio y bastantes preocupaciones, tantas como el cine. También es verdad que da muchísimas satisfacciones y muy emocionantes porque ver cómo a lo largo del año van saliendo los racimos y crece la cepa es muy gratificante.

–¿Cómo y por qué pasó de las cámaras a las uvas?

–Bueno, las cosas grandes que he hecho en la vida las he hecho sin pensármelo. Es decir casarme, tener hijos, dedicarme al cine o hacer vino, son cosas que he hecho sin pensar demasiado aunque yo soy muy pensón. Pero si estas cosas las piensas mucho no las haces ni loco. Con los beneficios de Los otros, que me dio mucho dinero como productor, quise invertir en un caserón para hacer una fundación, pero no hubo manera. Un amigo me llamó diciendo que en Ribeiro se vendía una finca. A mí lo que me llamó la atención fue un caserón precioso del sigo XVI, construido en 1529, y lo compré, pero no pensé en qué iba hacer yo con las casi 4 hectáreas que tenía alrededor y que siempre han estado plantadas de viñas. Mi amigo me dijo que hiciera vino, pero yo no bebo porque tengo úlcera de duodeno desde los 14 años...

–Y ahora es todo un experto.

–Sí, porque una cosa es que no piense siete veces para tomar una decisión importante, pero una vez que me meto en ello necesito hacerlo con dedicación y con profundidad.

–Pues parece que no lo hace mal porque su vino Sanclodio se exporta a EE UU, Inglaterra y Alemania.

–Son cantidades pequeñas, menos en EE UU donde compran entre 8.000 y 10.000 botellas al año. En Nueva York, hay un restaurante que se llama Per Se, que vende a 148 dólares la botella y a mí me da la risa porque de mi bodega sale a 6 euros.

–¿Cree que el vino es un ritual, una parte importante de la tertulia, de la conversación?

–Yo tengo un problema porque también soy diabético y no puedo beber mucho. Lo bebo, pero un día que tenso la cuerda y me tomo un par de copitas en una comida, porque mi obligación es saber el vino que estoy haciendo y cómo está. Álvaro Cunqueiro decía que el Ribeiro era un vino amigable, porque es muy agradable de beber y porque facilita las emociones. Y cuando bebemos Sanclodio no hablamos mal del otro, cuando tomamos café sí.

–¿En España se hacen muy buenos vinos, pero a veces no sabemos venderlos?

–España fuera no sabe vender nada. España no se sabe vender ni nos lo han facilitado nunca. Por desgracia, durante muchos años, y sabemos a qué época me refiero, lo que ha hecho ha sido decir que éramos mejor que nadie, que no necesitábamos el refrendo internacional, aunque tampoco nos lo daban. El comportamiento con los inmigrantes es bastante sospechoso como muestra de nuestra imbecilidad, porque nosotros hemos sido un país de inmigrantes durante muchos años.

–Su otra pasión, el cine, no pasa por su mejor momento. Han eliminado las ayudas, ahora no se considera cultura...

–El cine español tiene varios problemas. Como norma general, el 87.5% que habla mal del cine español no lo ha visto. Si preguntas a alguien que lo critica cuál es la última película española mala o buena que ha visto dice que ninguna porque como es tan malo no va a verlo ¡Los que lo juzgan no lo ven! Eso habla de la frivolidad y la superficialidad con la que en un país como este se opina. Otra víctima de esa superficialidad son las subvenciones, pero la máxima receptora de subvenciones en este país es una señora que no hace cine, que tiene mucha tierra y hace ingeniería financiera-agrícola para recibir el mayor número de subvenciones posibles.

–¿Usted tiene mucho que agradecer a las ayudas públicas?

–Lo que tengo claro es que he devuelto mucho más al fisco de lo que el Estado me ha podido dar a mí, y quien quiera que revise las cuentas. La producción cultural en España genera un volumen de negocio mayor que la agricultura. La cuota del cine español que tenían que cubrir las subvenciones, algo que se inventó en Francia, fue por el hecho de la aparición de la televisión quitaba público al cine. Un estado responsable como el francés pensó que no podía producirle una quiebra a una industria que da tanto trabajo y produce tantos beneficios al erario público con los impuestos, y llegó a la conclusión de que había que compensarlo.

–¿Y cómo ve el futuro?

–Yo no lo veo. No hay futuro. No hay una legislación que te permita ir a las fuentes de financiación del cine. Piensan que en EE UU no hay subvenciones para el cine, pero en Nueva York o en París se dan facilidades económicas muy importantes para que se ruede allí y no tienes que pagar por rodar en la calle. Así vemos Nueva York y París en las películas con mucha facilidad y no Madrid. ¿Por qué somos tan tontos? Me apuesto el cuello a que España es más conocida por Almodóvar que por el ministro de Exteriores de turno. Cuando hice "La lengua de las mariposas" fue a Sundance, se estrenó en EE UU, Woody Allen dijo que era una de las mejores películas que había visto en los tres últimos años. Pero eso no tuvo ninguna repercusión aquí. "Tesis" es la película de mayores beneficios en la historia del cine europeo en relación con la inversión que se hizo. ¿Alguien ha hecho un cálculo de lo que le cuesta al cine español conseguir un Oscar? Muchísimo menos que a una película americana.

–Su última película, "Todo es silencio", basada en la novela de Manuel Rivas y cuyo argumento gira en torno al narcotráfico en Galicia, se rodó en parte en Ciudad de la Luz en 2011. Ahora está a punto de estrenarse.

–Inaugura el Festival de Valladolid el 20 de octubre y el 9 de noviembre se estrena. Estoy encantado con los resultados. Siempre quedo contento con mis películas, a poco que cumplan mis expectativas. Pero en este caso, no me he encontrado nunca con unos personajes tan poliédricos y eso es gracias a Manuel Rivas.

–¿Cómo ve "Blancanieves" en los Oscar, una película de Pablo Berger muda, en blanco y negro, cuando el año pasado ganó "The Artist" y este año se han hecho dos versiones más del cuento?

–Pues leí ayer que había dos Blancanieves más, no lo sabía. Yo vi de este hombre "Torremolinos 73" y me pareció una película curiosísima, muy divertida y muy sangrienta en términos sentimentales, y me pareció un hombre de mucho talento. Si ha aplicado ese talento y ha jugado además con unos iconos tradicionales españoles, puede que esté muy bien, la tengo que ver.

–Ridley Scott está rodando en España. Podía invitarle a probar sus vinos...

–Estaría bien. Tomo nota. Por ahora me consta que lo ha bebido Woody Allen y le ha gustado mucho. Me mandó un email. Cuando habló de mi película, me envió una nota sobre la entrevista Delibes, con el que yo estaba trabajando en "El hereje", diciéndome "ya me gustaría que éste (y me dijo un taco) escribiese estas cosas de mí, (y otro taco)". Y le dije "como académico de la Lengua no tienes precio, Miguel". Entonces le mandé un mail a Allen diciéndole "a mí también me gustan mucho sus películas". Cuando Sonia Grande le hizo el vestuario de una película, y a mí también de alguna mía, me pidió que le diese un par de botellas para dárselas y Allen me mando una nota diciendo "hace tan buen vino como cine" y pensé "este es mi alma, lo quiero para mí".

Orígen información: El Faro de Vigo 

viernes, 2 de julio de 2010

Vinos de película para el mundo

Vinos de película para el mundo

José Luis Cuerda rueda un documental para promocionar los ribeiros del Avia
CRISTINA HUETE - Ourense - 02/07/2010

Bajo la mirada de José Luis Cuerda, Ourense es un maná verde y oceánico de una belleza rotunda. Una sucesión de postales que ensanchan el orgullo y te amarran a una evidencia sorprendente.

Él mismo pone voz al sobrio documental que arranca en la prehistoria

El director fundó la bodega con lo que ganó tras producir 'Los otros'
El cineasta manchego, convertido hace ya años al ourensanismo militante, ha metido la emoción que le provoca el paisaje interior del Ribeiro, en donde tiene bodega y casa, en un documental sobre el valle del Avia: Ribeiros do Avia. Vida, cultura, vino. En realidad, una cinta promocional de una iniciativa empresarial de cuatro bodegueros -él incluido- que bajo la denominación de Ribeiros do Avia se propone difundir por el mundo los valores de estas cuatro marcas de vinos criados en ese vergel de la orilla de un pequeño río del interior de Galicia.

Cuerda es el conductor. Él mismo pone voz y presencia al sobrio documental que arranca en la prehistoria y va narrando los hechos que dieron lugar al vino del Ribeiro y lo convirtieron en lo que es.

Para aligerar un poco la cinta, Cuerda se caló un sombrero para salir a escena. Negro, como la impoluta americana. Le da un aire de decadente elegancia. Un toque cinematográfico. Un punto discontinuo entre tamaño rosario de idílico paisaje y de narración atada al frío dato. "Pocas alegrías hay más que esa en la película", comenta el cineasta vinatero disculpando el exceso de rigurosidad, la ausencia de ficción, pese a que el metraje está salpicado de secuencias como la de la batalla contra el matute librada hace un siglo a la orilla del río Berán.

Con el director al frente, la cinta es una ventana al mundo. "Hago el vino como el cine; con honradez y sencillez" explica el método de producción, suscribiendo la conclusión de Woody Allen tras probar su San Clodio. El americano le envió un escueto y halagador escrito: "Hace usted tan buen cine como vino". No ha sido el único director de prestigio que ha catado su caldo. A Coppola le llevó una botella su amiga Maribel Verdú.

En realidad, la afición vinícola de Cuerda esta ligada al cine. O más bien a la gélida belleza y buen hacer de Nicole Kidman. "La bodega la hice por ella", explica el director sobre cómo invirtió la ganancia que obtuvo con Los otros, de la que fue productor. "Me lo gasté todo en vino", ironiza el manchego-ourensano.

Ahora quiere más. Proyección. Ventas. Reconocimiento. La alianza con las otras tres bodegas del Avia pretende marcar un hito en la comarca. Sellar la calidad.

Ayer presentaron la iniciativa en sociedad, en el claustro del monasterio de San Clodio. Los cuatro bodegueros declamaron su propósito: calidad a través de la apuesta por las variedades autóctonas; reivindicación del valor añadido de la bodega familiar; rigurosa viticultura desde el instante de la plantación y equilibrio entre tradición y nuevas tecnologías.

Quieren aumentar la exportación. Cuerda, inevitable portavoz, explicó cómo el vino Ribeiro fue récord de ventas internacional -especialmente a Gran Bretaña- hasta el siglo XVI y cómo se culpó a Felipe II de haber acabado con esa pujanza exportadora "porque el rey no quería que hubiera trato con los protestantes". En realidad, él da mas crédito a la versión que apunta a que fueron los propios habitantes del Ribeiro quienes se negaron a exportarlo "porque eso encarecía el producto". "Ellos mismos boicotearon el comercio al exterior", sostiene el cineasta bodeguero.

Sus socios en el proyecto Ribeiros do Avia están encantados con la presencia del cineasta. Cuerda, enamorado del Avia ("me gusta mas el paisaje fluvial que el marítimo porque este es cosa de Dios y de la metafísica") se ha propuesto unir esfuerzos para cuidar de lo suyo, que es lo de todos. "Merece la pena difundir la cultura y el paisaje de Ourense", concluyó mientras sus socios le alertaban de que le iban a retirar el título de hijo predilecto de su ciudad natal de Albacete "porque es que no sale de aquí".

Origen información: El País

lunes, 24 de noviembre de 2008

«He descubierto que mi vino no emborracha»

«He descubierto que mi vino no emborracha»

DE VINOS JOSÉ LUIS CUERDA
Hasta el gran Woody Allen asegura que su ribeiro es tan bueno como su cine. Lo elabora en seis hectáreas y un caserón del siglo XVI en el municipio orensano de Gomariz. El realizador manchego confiesa a MAGAZINE los secretos de producción de su Sanclodio, que ha obtenido críticas positivas hasta del 'New York Times'.

Mimo. El cineasta comprueba el proceso en los tanques de su bodega orensana.
Por J.M. PEIRÓ. Fotografías de CHEMA CONESA
Desde hace seis años, los viticultores de la comarca orensana del Ribeiro presumen de contar entre sus filas a un renombrado director de cine, José Luis Cuerda, quien se ha acercado al mundo del vino casi por casualidad, con toda la humildad del mundo, dispuesto a aprenderlo todo y con ganas de hacer bien las cosas, según el código de conducta que aplica en sus otras ocupaciones y que él resume en pocas palabras: «honradez, conocimiento y buen gusto». En apenas tres cosechas, su proyecto bodeguero y su blanco Sanclodio han merecido la atención de un diario como "The New York Times" y se han hecho un sitio entre las preferencias de la crítica y el público.
La última película del director manchego, Los girasoles ciegos, basada en la obra homónima del desaparecido Alberto Méndez (premios de la Crítica y Nacional de Narrativa), un relato estremecedor sobre las secuelas de la Guerra Civil a principios de los 40, acaba de ser seleccionada como candidata española al Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Si finalmente es incluida entre las finalistas, lo celebrará con una copa de ribeiro. Y si gana la estatuilla, también.
Cuenta que su flamante propiedad en la parroquia de Gomariz (municipio de Leiro), seis hectáreas de viña y un hermoso caserón del siglo XVI, se la debe a Alejandro Amenábar, y, en particular, a las ganancias de su último filme, Los otros, en el que intervino como productor, igual que en las dos cintas anteriores del joven realizador, Tesis y Abre los ojos. «En algo había que invertir los beneficios», dice con un punto de socarronería.
En sus primeras películas, sobre todo en Amanece que no es poco, mostraba una visión surrealista del mundo, a medio metro del absurdo, aunque, como ha repetido, no estaba tan lejos de la realidad más cotidiana del país. Pero en el vino no hay lugar, reconoce, para el experimentalismo. Tampoco para ese poso de tristeza que dejan los últimos títulos de su filmografía. «He encontrado en la viticultura una gran fuente de satisfacción», confiesa José Luis Cuerda. «Hay pocas cosas tan gratificantes como recoger, en forma de vino nuevo, el fruto de un año de esfuerzo. Una sensación casi orgásmica». Seguramente aquí está la explicación de esa pirueta vital que le ha conducido desde el celuloide al vino, en la estela de otros cineastas como Coppola o Dépardieu.
Pregunta.- ¿Cuál es el camino que lleva a un hombre de cine, como usted, a convertirse en viticultor?
Respuesta.- La culpa de todo la tiene Amenábar. Yo había comprado una casa en Galicia, después de rodar La lengua de las mariposas. Me gustaba ese paisaje, sin pensar en el vino. Entonces llegó la producción de Los otros, con Alejandro, y en algo había que invertir los beneficios de la película. Tenía un amigo por la zona, Patxi Vázquez, entonces alcalde de O Carballiño, quien me comentó que sabía de una finca que estaba en venta y que si quería que fuésemos a verla. Así lo hicimos. Era una propiedad muy hermosa, con una casa del siglo XVI, que llevaba medio siglo abandonada. Tengo documentación del lugar desde el siglo XV hasta la desamortización de Mendizábal, las escrituras originales. Allí se cuenta que en el valle de Gomariz se obtenían, desde siempre, los mejores blancos del Ribeiro. Entonces me dije: si esta es la mejor casa que hay en el valle, si aquí es donde se hacían los mejores vinos y si dispongo de unas hectáreas de tierra, pues no voy a poner un jardín botánico, habrá que plantar una viña… Arranqué las viejas cepas de la variedad palomino que quedaban –esa que ha dado tan mala fama a los vinos del Riberiro- y planté las actuales, sobre todo treixadura, con algo de godello, torrontés, loureiro y albariño. Se puede decir que tomé la decisión de hacerme viticultor después de estudiar a conciencia los antecedentes de la zona.
P.- ¿Qué hace un manchego en la Galicia profunda? Habla usted en algún texto de dos primeros viajes al Ribeiro. Uno, de juventud, en las tazas de vino turbio de los mesones gallegos de Madrid, y otro, más gratificante, en los textos de Valle Inclán, Cunqueiro o Méndez Ferrín. ¿Cómo le va en este tercer viaje?
R.- Efectivamente, mi primer contacto con la zona fue en esas tazas de vino ácido y turbio, se mirara por donde se mirara. Vinos que, por fortuna, cada día son más del pasado, porque hay un número creciente de bodegas que han nombrado presidenta a la uva treixadura. Lo que he visto en este tercer viaje, ya presencial, de convivencia con la gente, es que en el Ribeiro se comienza a trabajar bien y a conseguir un blanco que puede competir con cualquiera del mundo.
P.- ¿Cuál es su primer recuerdo del vino?
R.- Aparte de esos escarceos adolescentes, mi primer contacto de verdad con esta bebida ocurrió cuando tenía 17 años. Estudiaba preuniversitario en el Liceo Anglo Español, un centro muy elitista que estaba en El Viso. En el curso éramos apenas 10 alumnos, tres de letras –yo entre ellos- y siete de ciencias. El director del centro, el señor Verdú –más tarde me enteraría de que era abuelo de Maribel Verdú- nos llevó a todos a la Casa de Campo y nos invitó a comer en el pabellón de Valladolid. Como era un verdadero bon vivant, pidió una botella de Vega Sicilia y nos dijo que lo probáramos con atención, para saber lo que era un gran vino. Tan bueno, que no lo volvería a probar hasta diez años más tarde, cuando mi padre nos invitó a Zalacain para celebrar la primera exposición de pintura de mi hermano Abel.
P.- ¿Qué tiene el vino que atrae a celebridades de la cultura y el arte en los últimos tiempos?
R.- La verdad es que ni conozco muchos casos aparte de Juan Manuel Serrat o Lluis Llach –otra cosa es poner el nombre de un actor famoso en la lista de propietarios de una bodega por estrategia comercial- ni estoy legitimado para hablar por los demás. En mi caso ha sido algo parecido a un flechazo: el cultivo de la viña, el contacto con la agricultura me resulta muy atractivo. Voy a Galicia al menos una semana al mes. A lo largo del año, vas viendo la evolución de los cultivos, los peligros que afrontan en cada momento del ciclo, la fragilidad de las cosechas… Luego, habiendo conocido de cerca ese proceso, el vino parece un milagro.
P.- ¿Hay algo que tengan en común el cine y el vino?
R.- Yo creo que ambas cosas se hacen para entrar en contacto con otras personas y hacer que disfruten del trabajo que uno ha hecho. El cine es fuente de placer y conocimiento. El vino, también.
P.- ¿Qué puede llegar a darle más quebraderos de cabeza, un mal guión o una mala añada de vino?
R.- Lo que más cuesta, en ambos casos, es transformar el esfuerzo en compensación económica. Trabajo y dinero son cosas que, normalmente, no se corresponden, sustancias distintas. Lo peor que llevo del vino –y del cine- es la fase de comercialización. No me gusta cómo se hace la mayoría de las veces. Ya lo decía Machado, una cosa es el valor y otra el precio de las cosas.
P.- De una primera etapa de su cine se ha hablado de humor absurdo, casi de surrealismo. ¿Cabe la fantasía en el vino?
R.- Nunca haría de aprendiz de brujo, porque creo que en el vino todo es perfectamente racional. Todo depende de dónde plantes la cepa, sobre qué tierra, de cómo han influido las lluvia y las horas de insolación… Y la optimización de todos esos factores está, precisamente, en su respeto más escrupuloso. Por lo tanto, yo no me dedicaría a experimentar demasiado. Aquí, sigo al pie de la letra lo que dijo Eugenio d’Ors después de cargarse una botella de champán cuando probaba un sacacorchos: los experimentos, con gaseosa.
P.- En su opinión, ¿en qué parte el vino es obra de la naturaleza y en qué parte, del hombre?
R.- Para mí, lo importante es que la inteligencia del hombre se ponga en marcha para respetar, al cien por cien, lo mejor que proporciona esa naturaleza. Mi experiencia me dice que la mayoría de las veces en las que se intenta ‘torcer’ la trayectoria espontánea de los vinos, es para uniformarlos, para adaptarlos al gusto internacional imperante. Lo que ocurre es que, en ocasiones, la madre naturaleza se vuelve una auténtica madrastra. Aquí, cada cuatro años tenemos unas condiciones climáticas muy adversas. Entonces, sería absurdo no intentar corregir los defectos de los vinos. Pero siempre, eso sí, buscando un resultado final que es el que se derivaría de la buena marcha de esos factores ambientales.
P.- Como sabe, las gentes del vino se dividen en dos, los que están a favor de Robert Parker, tal vez el crítico más influyente de la historia, y los que están en contra. ¿Ha tomado usted partido?
R.- Yo, en todo, soy contrario a la uniformidad. El ‘criterio’ Parker me parece un empobrecimiento. No entiendo cómo hay elaboradores que sólo aspiran a hacer vinos al gusto americano, a la medida de unos determinados patrones. ¿Para qué queremos, entonces, las denominaciones de origen, las distintas variedades de uva, los diversos sistemas de elaboración?… Los dictados universales no van conmigo. A mí me parece que la calidad de un vino está en la expresión máxima de su singularidad.
P.- Coppola, otro hombre del cine y bodeguero de éxito, decía que el vino le había dado muchas satisfacciones, y no sólo espirituales. En su caso, ¿el vino es un buen negocio o un amor loco?
R.- Para mí, la plusvalía que tiene la bodega es la de una terraza desde donde se ve amanecer y atardecer en un paisaje maravilloso, donde me junto con los amigos para hablar de lo divino y lo humano mientras bebemos vino blanco. Como decía Álvaro Cunqueiro, el ribeiro es un vino con el que se hacen amistades y se mantiene una conversación con mucha facilidad y fluidez. Además, he comprobado que, milagrosamente, el Sanclodio no emborracha. El día de la inauguración de mi bodega nos reunimos 200 personas y nos bebimos 218 botellas. Y nadie salió de mi casa dando tumbos. Sólo hubo dos o tres que se tropezaron, y es porque, a última hora, habían tomado café licor.
P.- ¿Y la parte del negocio?
R.- Sólo le digo que me conformaría con que no me costara mucho dinero. Sé que nunca se amortizará la inversión, salvo que algún día venda a buen precio la bodega, cosa que no está en mis planes.
P.- ¿Ha sido usted bien recibido por sus vecinos de viña? ¿O se ha hecho realidad esa leyenda de la desconfianza innata del campesino gallego?
R.- Afortunadamente, me han recibido muy bien. Incluso he llegado a hacer amigos fraternales, que es lo que verdaderamente cuenta. De vez en cuando, el viento me ha traído algún rumor… Por ejemplo, cuando compré la finca, todo el mundo decía que había pagado el doble de lo que pagué, un precio desorbitado. Me imagino que era para justificar que ellos no la habían comprado en 50 años. Pero nada importante, en realidad.
P.- Otros, sin embargo, se habrán sentido muy honrados de que un hombre célebre, como usted, haya apostado por su comarca…
R.- Que cada uno piense lo que quiera. No deseo estatuas ni bofetadas.
P.- ¿Y, cómo le trata la crítica de vinos? ¿Le exige más o menos por ser usted famoso?
R.- En general no me puedo quejar, aunque aún no he conseguido saber por qué se escriben del vino muchas de las cosas que leo. Los catadores que van a los concursos del Ribeiro, que tienen fama de ser los más duros, me tratan bastante bien. Desde mi primer vino, el Sanclodio 2005, se mostraron comprensivos y me dieron buenas calificaciones, a pesar de tratarse de una opera prima hecha con cepas muy jóvenes. Debe ser que, para compensar esa menor madurez de las plantas, lo que hago es bajar mucho su rendimiento. A lo mejor, reduzco los racimos en proporción de tres a uno. La verdad es que la viña está muy bien situada, tiene sol durante todo el año. Lo raro sería que el vino, en esas condiciones, fuera malo.
P.- ¿Algún momento especial, en el que se haya alegrado de su nuevo oficio de viticultor y bodeguero?
R.- Miguel Delibes me envió una vez unos recortes de prensa en los que Woody Allen, un director que me gusta mucho, hablaba muy bien de La lengua de las mariposas. Hasta en tres entrevistas la citaba como una de las mejores películas españolas que había visto (‘ya quisiera yo que hablara así de mí’, me dijo Delibes). Cuando el americano vino a rodar a España su Vicky Cristina Barcelona, compartíamos la diseñadora de vestuario, Sonia Grande, a través de la cual le mandé unas botellas. Me contestó diciendo que mi vino era tan bueno como mi cine. Fue una gran satisfacción.
P.- ¿Se ha inspirado, por último, en alguno de los grandes blancos del mundo para hacer su Sanclodio?
R.- En una ocasión estaba cenando con diez o doce personas, entre ellos un enólogo francés y el propietario del château para el que trabajaba. El vino lo había puesto yo. Creyendo que yo no conocía su lengua, el segundo le dijo al primero señalando la copa: ‘Écoute, c’est un chablis’. La comparación con este blanco de Borgoña me sonó divinamente, pero lo que yo quiero es hacer el mejor ribeiro posible.

Origen información: El Mundo

miércoles, 28 de noviembre de 2007

El Ribeiro, un valor mítico en alza

El Ribeiro, un valor mítico en alza

El Ribeiro actual es uno de los grandes vinos de España, como lo demuestra al ser el Mejor blanco de Galicia 2004 y 2005 en la cata oficial de la Xunta
José Manuel Peláez Acinus 04Bodega de Acinus.Variedades: Albariño, Loureiray Treixadura.P.V.P.: sobre 17 EMuy frutal, floral y enriquecido con notas balsámicas y cítricos: pomelo y limón.Cuerpo medio, confirma nariz, buena acidez y ligero amargor final de cítricosBeade Primacia 04Bodega A. PortelaVariedad: TreixaduraP.V.P.sobre 10 eurosMedalla de oro Radio Turismo 2005. Elegantes aromas, afrutados (de hueso, manzana y mandarina) y de pétalos de rosa. Boca agradable, ligera, equilibrada, fresca y sabrosa.Lag. Do Merens 04José Merens M.Uvas: Treixadura, Ladoy Godello.P.V.P.:sobre 10 EMuy floral y afrutado (exóticas, plátano) y con agradables tonos dulces de fondo. En boca domina la fruta, es graso, maduro, agradable y de paso facil.Casal de Armán 04Javier Glez VázquezTreixadura 80%, Torrontés, Albariño, Godello...Mejor vino blanco de Galicia 2005 destaca por su gran cantidad de fruta madura y múltiples matices enriquecedores. En boca es graso, amplio, afrutado y muy expresivo.Expresión 04Bod. Pazo do MarVariedad: Treixadura.P.V.P.: sobre 9 EMedalla de oro en Bruselas, descubre perfumes francos a manzana verde, sutil ramillete floral y lima. Cuerpo ,equilibrio, buena acidez, graso y agradablePazo Lalón 04Bodega Pazo LalónVariedades: Treixadura (principal) y otrasP.V.P.: sobre 9 EIntenso y con mucha fruta tropical, junto a notas de hinojo, manzana y flores.Boca densa, con la acidez justa y final algo amargo. Viña Mein 04Bod. Viña Mein Treixadura 80% y otras.P.V.P.: sobre 12 EMarca de prestigio consolidado que presenta aromas intensos y complejos a hierbas aromáticas, frutas, miel, flores. En boca es seco, sabroso, fresco y con buena acidez. Col. Costeira 04Vitivinícola D RibeiroVariedad: TreixaduraP.V.P.: sobre 6 EGran expresión de la variedad con finos aromas, equilibrio, frescor, sabor y persistencia. Interesente precio.Sameirás 04A. Cajide GulinVariedades: Treixadura, Albariño, Lado y Godello.P.V.P. sobre 9 E.Acio de bronce vinos de Galicia 04 tiene un marcado caracter de frutas blancas con notas de miel y mimosa. Equilibrado, fino y bien estructurado. Cas. Maxima 04Bod. Pazo CasanovaUvas: autoctonasP.V.P.: sobre 18 EDe caracter seco, muy bien estructurado y con cierta complejidad, especialmente en boca. Fruta, flores y cítricos se funden en agradables sorbos. Elisa Collarte 04Elisa CollarteUvas: Treixadura, Godello y AlbariñoP.V.P.: sobre 12 EInteresante conjunción de aromas frutales y florales que recorren el paladar de forma expresiva, amplia y equilibrada. Mauro E. Álv. 04J. Estévez FdezUvas: Treixadura, Loureira y LadoP.V.P.: sobre 12 EAcio bronce 2005 vinos de Galicia es un gran vino lleno de muchos matices muy bien fusionados. Sabroso, fresco, bien estructurado y largo.Coto Gomariz 04María A. SerranoUvas: Treixadura, Godello y LoureiraP.V.P. : sobre 8 EAromas a albaricoque con notas de flores blancas, melón y ligeros herbáceos. Boca agradable, equilibrada, sabrosa y persistente.
Gran ReboredaBod. CampanteUvas: Treixadura, Godello y LoureiraP.V.P.: sobre 6 EAromas a especias que le aportan complejidad, junto a un toque de manzana compotada, fresca acidez, equilibrio y agradable paso de boca. Vendimia Oro Joven 04Bodega DocampoVariedades: Treixadura, Torrontés, Loureira y Lado.P.V.P.: Sobre 25 EDe gran calidad, mejor vino de Galicia 2004, cuenta con complejidad, estructura, franqueza, equilibrio y multitud de sensaciones. Muy frutal, floral, balsámico, cítricos...

Cuando comencé a escribir este artículo, y después de haber catado cerca de treinta marcas, un pensamiento me rondaba la cabeza: la mayor parte del público asturiano no conoce la gran calidad de los ribeiros actuales.Pero, comencemos por el principio. El Ribeiro se produce en 14 localidades (la capital es Rivadavia) del oeste de la provincia de Orense. En torno a 3.000 hectáreas. La cantidad de bodegas supera las cien y de ellas 75 son Adegas de Colleiteiro. Así, elaboran a partir de uvas de su propiedad y no pueden comprar ni excederse de un límite máximo de 60.000 litros.Como su nombre indica ‘cercano al río’, las viñas están situadas en las laderas que confluyen en los cauces del Miño, Arnoia y Avia. En esta última se situaron los nuevos elaboradores.En cuanto a su historia, el Ribeiro es un vino muy antiguo. Las primeras referencias son de mitad del siglo II antes de Cristo. En la Edad Media, los viñedos florecieron alrededor de los monasterios e iglesias. Fue cuando el vino tuvo mayor esplendor, gracias a los peregrinos del Camino de Santiago. La zona gozaba de riqueza, prestigio y exportaba por toda España y parte de Europa. En este momento, se introdujeron muchas variedades que, después, cuando Galicia quedó aislada, se conservaron como gran riqueza autóctona. Así pues, El Ribeiro es el vino más antiguo, conocido y vendido de Galicia, punta de lanza y de apertura al mundo en solitario durante muchos años.Sin embargo, en 1850 una plaga de Oidium y, en 1892, otra de Mildiu y Filoxera, empobrecieron un panorama glorioso y las variedades autóctonas comenzaron a ceder terreno a otras foráneas, más resistentes y productivas, caso del Palomino, la Garnacha o la Tintorera...Después siguieron años de vinos turbios, ácidos y sin ningún control de procedencia. Se escanciaban desde una jarra en pequeñas tacitas de loza. Pero, la realidad actual no se corresponde en nada con esta trasnochada imagen. El auténtico Ribeiro, hoy, se presenta en modernas botellas con la contraetiqueta numerada por el Consejo Regulador, se sirven en elegantes copas de cristal y puede competir con los mejores. Pero, ¿cómo se ha llegado hasta esta nueva etapa?En agricultura, la improvisación nunca da buenos resultados. Todo comienza hace unos 25 años, lenta reconversión que se inicia con una determinante concienciación de las fuerzas vivas de la comarca. El siguiente paso, a partir de importantes investigaciones, es el trabajo en la viña para recuperar las mejores variedades autóctonas y, también, los terrenos. Desde este momento, se rompe con la tendencia al cultivo de variedades foráneas, que simplemente aportaban cantidad, y no se cae en la tentación de plantar las grandes uvas europeas. A esto hay que sumar dinero llegado de Europa, modernas instalaciones, nuevas generaciones y prácticas de elaboración que permiten extraer todo el potencial de cada variedad. En todo este recorrido, hay que nombrar a la vitivinícola do Ribeiro (Viña Costeira es el segundo vino más vendido de España) como una de las bodegas impulsoras de la nueva imagen y con una producción que supera el 40% de la D.O., siendo la mayor de toda Galicia.En todo este entramado, la Treixadura, variedad autóctona blanca de más arraigo y potencial, emerge con la fuerza de gran estrella. En la actualidad, igual que en el pasado, es la base de los mejores blancos de la D.O., bien en ensamblaje o como monovarietal. Hay que tener presente que en estos parajes, y su peculiar microclima, conviven todas las variedades gallegas de costa e interior. Todo ello aporta a la denominación un gran equilibrio, intermedio entre la madurez de la Godello en el interior (Valdeorras) y la frutosidad y acidez de la Albariño en la costa (Rías Baixas). La Treixadura tiene capacidad para una maduración óptima que proporciona suficientes azúcares (y por lo tanto grado alcohólico) y una acidez alta, pero que no llega a precisar la fermentación maloláctica. De carácter frutal y floral, desprende finos, francos y sugerentes perfumes de intensidad media a manzanas, junto unas delicadas notas florales. Su paladar, cuando está bien hecho, es elegante, equilibrado, fresco, agradable, delicado y persistente. No hemos encontrado, en ninguno de los vinos, defectos, y nos impresionó la calidad global. También nos llamó la atención la variedad Lado, no reconocida por el Consejo Regulador, pero que algunos utilizan en sus ensamblajes. Esta es una uva minoritaria reconocida extraoficialmente, con varios trabajos de investigación y que sólo está pendiente de la reforma del reglamento para su inclusión.En general, los blancos fermentados en barrica presentan un gran respeto por los aromas primarios, además están bien estructurados y con la madera muy bien integrada.En cuanto a los tintos, jóvenes o con poca crianza, el perfil gustativo también es muy atractivo. La Caiño fue la más valorada hasta el momento, pero, en la actualidad, la Sousón es la que más interés está despertando por sus excelentes tintos, y es la más cultivada de las autóctonas. Estas dos son las variedades más características, cultivadas y apreciadas. En cuanto a la Mencía, está en menor escala que en otras zonas como el Bierzo o Valdeorras. Por último, dentro de las foráneas, la Garnacha Tintorera, la más cultivada de las tintas, está en franca regresión, al igual que la Palomino, en blancas.En fin, que El Ribeiro actual es uno de los grandes vinos de España. Y hay que remitirse a sus constantes premios: Mejor blanco de Galicia 2004 y 2005 en la cata oficial de la Xunta de Galicia y medallas de oro en numerosos premios nacionales e internacionales.

Orígen información: El Comercio Digital

miércoles, 7 de noviembre de 2007

II Salón dos Viños e Augardentes de Galicia: de barricas, identidades e renacementos

II Salón dos Viños e Augardentes de Galicia: de barricas, identidades e renacementos


Acudimos ao II Salón dos Viños e Augardentes de Galicia que se celebrou esta fin de semana na Coruña esta fin de semana cun obxectivo confeso e outro non tanto. O confeso era explorar que daban de si as novidades de barrica en tintos e brancos de Galicia. A crianza do viño segue a ser unha técnica novidosa e algo experimental no país, onde non había unha tradición de envellecemento do viño, coa que as adegas levan traballando desde principios da década. Varios factores parecen estar detrás dos novos experimentos de barrica nas adegas galegas, como unha maior profesionalización, a busca dun mercado máis diversificado ou tentar facerse un oco entre a multitudinaria oferta de marcas.
Así que dimos un paseo pola diversidade vitivinícola do país percorrendo os expositores, que tamén era parte do obxectivo non confeso: observar a capacidade do sector galego por amosarse e vestirse de gala para amosar a súa forza. A impresión foi algo desigual: por unha banda, unha perfecta organización atenta aos detalles e un elegante deseño do programa de actos por parte de Luis Paadín e o seu equipo, pero por outra apreciábanse notábeis ausencias de moitas grandes marcas galegas, tanto de Rías Baixas coma da Ribeira Sacra, por exemplo. Había unha notábel presencia do Ribeiro, por exemplo, e teño que dicir que non probara tanto deste viño desde os meus tempos universitarios da Rúa do Franco. Por suposto, os meus gustos, o meu talante e o meu nivel de esixencia cambiaron desde aquela. Así que un está preparado para recibir sorpresas.

A barrica, só unha posibilidade
En primeiro lugar, quedoume bastante claro que a barrica é unha posibilidade, non un destino obrigatorio. Hai viños brancos que non aturan ben a barrica, nos que a madeira devora os sabores e matices. Pasounos cun albariño Valdamor barrica. Coñezo ben o sabor deste viño na versión sen crianza. Ao dárselle o repouso de barril, a madeira devora a súa dimensión de froita e frescura, unha auténtica mágoa; noutros casos, o resultado ten un grande éxito.O repouso do Coto de Gomariz e do Cuvée CacoSabes que tal cousa acontece cando o sabor propio dese viño poténciase outorgando untuosidade, unha gran persistencia en boca e golosura. Estou pensando nun dos Ribeiros brancos máis notábeis que se poden atopar na actualidade, o Coto de Gomariz Colleita Seleccionada, sometido a dous meses de crianza sobre as súas propias lías. Se queres sorprender cun Ribeiro, non dubides en probar con este. O Coto de Gomariz pertence á adega María Álvarez Serrano, de Leiro, e foi sen dúbida unha das concorridas de toda a feira. Algo diso tería que ver a oportunidade de probar de balde o famoso Cuvée Caco, que tamén me recomendara Miguel Vila, e que ronda os 18 euros en tenda. O Cuvée Caco é un tinto elaborado sobre todo a partir da variedade sousón con dúas versións, a VX2 –con trece meses de crianza- e a VX1, con vinte e dous meses de crianza e unha maior selección da uva. Un viño chamativo e complexo ao que lle acontece unha cousa ben curiosa: no primeiro gusto sorprende a presenza do carballo, os minerais, taninos enormes e unha certa presenza de tostados, pero nese momento un aínda se interroga sobre a súa procedencia; é no posgusto onde se pode percibir a súa identidade, o solo, o Ribeiro, claramente, como unha denominación de orixe. Está aí, no seu amargor tan característico, nesa acidez intensa desas terras.
Valdeorras: de cepas vellas e viños novosCada vez gústame máis o godello de Valdeorras, cando están ben traballado. Unha sorpresa da feira foi toparme con esta referencia, que queda ben anotada: A Silveira, un viño da adega O Barreiro, de Seadur, propiedade de José Rodríguez González. Un godello suave, cunha entrada opulenta ao principio
Despois coñecín a un dos promotores de Viña Godeval, que como xa teño dito por aquí, é unha das adegas máis fermosas da Península. O amábel Horacio Fernández presentoume ao novo lanzamento da adega que dirixe a súa filla Araceli: un Godeval Cepas Vellas, un viño redondo que achega un novo corpo de madurez ao tradicional sabor dos viños desta adega de mosteiro. Nas motivacións deste produto está o adaptarse máis ao mercado norteamericano, onde están vendendo moitísima produción, sobre todo a partir das mencións en Wine Spectator. Nas conversas os expertos destacan que o Valdeorras aínda sofre un problema de identidade, que lle impide diferenciarse no mercado.
-A xente asocia o viño de Valdeorras ao godello, e é certo –asegura un dos grandes enólogos do país- pero ese é o problema. Agora que está a ter tanto éxito, poden plantar godello en calquera sitio. Hai que conseguir vincular este viño ao terroir, a este solo, e a unha identidade determinada.
¿Unha nova vida para o viño de Betanzos?Haberá quen se ría ao ler isto, pero dígoo moi en serio. Sempre tiven curiosidade por probar o viño de Betanzos, que ten sona habitual de tralleiro e chispón. Así que catamos dous viños con variedades experimentais que os adegueiros da Terra de Betanzos tentan recuperar. Un Castro de Untia, feito con uva agudelo (que sospeitan que teñen parentesco xenético co godello), de chamativo cor tostada e de matices máis complexos do habitual e un Lorenzo Bescansa, feito a partir de branco lexítimo. Ambas as dúas proporcionan un sabor inédito en Galicia, non comparábel nin con albariños nin con godellos. A agudelo fornece un sabor frutal, complexo, que se desvanece con rapidez, destinada a un público máis amplo. O branco lexítimo é un viño aínda máis diferenciado, mineral, dificilmente clasificábel, que a min me lembrou a algunhas cousas do Ribeiro e que pode interesar a padais minoritarios, pero que existen.
-Estamos tentando ofrecer un produto diferente –dime o adegueiro-. Nós non podemos competir coas outras comarcas. E temos, ademais, o problema da falta de imaxe. A xente tende a asociar a este viño como moi de trote. Non é que partamos de 0. Partimos de -2. E temos que gañar a batalla da calidade. Por iso partimos destas variedades case perdidas e estamos experimentando con elas.
A este viño aínda lle falta rodaxe, pero tempo ao tempo. Iso si, non ten ningún tipo de problema de identidade: sábese ben claro de onde é. É unha ledicia que se volva a recuperar, pouco a pouco, territorio para as cepas antigas.
Orígen información: manuelgago.org

lunes, 3 de septiembre de 2007

Galicia's forgotten vineyards are reborn amid ancient ruins

Galicia's forgotten vineyards are reborn amid ancient ruins

By Sarah WildmanThe New York Times

"For over 50 years, all this was in ruins," said Jose Luis Cuerda, nodding toward a mountainside covered with terraced rows of young winding vines and the massive stone home behind us, his adopted Galician sliver of Spain.
Stretched out before him now, spilling from lush terraces, were fledgling plants: albarino, treixadura, godello, torrontes, loureira. These are grape varietals native to the Ribeiro, a region of broad valleys near Ourense, the capital of the province of the same name.
This month, swollen balloons of green grapes will be harvested by hand in frenzied moments over three or four days. These will create the 2007 vintage - Year 3 - of Cuerda's tasty vino blanco, which he calls Sanclodio, named for the monks that cultivated this land for centuries and their former monastery down the road, San Clodio.
But it was late spring, and all was quiet; the harvest seemed far away. In Spain, Cuerda is known for films - he is a director, screenwriter and producer - not wine.
The label is too young for fame. And yes, he likes his food, evidenced by his Santa Claus-like belly. But while he brushes off any comparison to Francis Ford Coppola - that other director-winemaker, on the other side of the world - he speaks of a similar passion for his creative endeavors.
"I try to do cinema seriously, and I do this seriously," he says.
Cuerda has owned this place since just after his 1999 movie "La Lengua de las Mariposas" ("Butterfly's Tongue"), released as "Butterfly" in the United States, won a Goya, the Spanish equivalent to an Oscar, for best adapted screenplay in 2000.
"Butterfly" was shot about 20 miles from Leiro, the town where the Sanclodio vineyards grow, some 20 miles west of Ourense. During the filming, Cuerda noticed the many half-destroyed houses from the 15th, 16th and 17th centuries scattered across the countryside.
"There are many parts of Galicia that have houses in ruins, and they are gorgeous sites," he said. Many were for sale, and Cuerda eventually bought a ruined bodega (or adega, as local wine-growing estates are called in the Galician language, Gallego), thus adding "winemaker" to his résumé.
When Americans think of Galicia - if they think of it at all - it is almost always because of Santiago de Compostela, the pilgrimage city on the northern Atlantic Coast.
Tucked in the northwest corner of Spain, the rest of Galicia is thinly populated and known less for its lusciously verdant scenery than for its lack of employment; its poverty was especially dire in the middle of the past century. Over hundreds of years, tens of thousands of Galicians left Spain, starting over elsewhere, abandoning pazos (country manor houses) and fincas (rural farms), leaving whole villages ghost towns.
For several days in late April, my partner, Ian, and I explored these places, focusing especially on the Ribeiro - a region on the cusp of opening up to tourists, and full of wine, antiquity and hospitality - with Cuerda.
Grapes have been cultivated in the Ribeiro since Roman times.
But in the 19th century, a vine plague nearly wiped out the industry, and desperate growers began importing grapes from other regions, like palomino from Jerez, which grew quickly but produced great quantities of low-quality wine. Galician harvests became associated with cheap, acidic table wine, drunk in tiny tumblers in sooty bars.
Cuerda, who has studied the history of the region for several years, has begun promoting a new palate for a more sophisticated Galician white. His oenological team researched the region, ripped out all the old plants that were growing wild on his land and planted only indigenous grapes.
The model was that of a handful of nearby bodegas, like Vina Mein, a 19-year-old vineyard up the road from the 12th-century Monasterio San Clodio (now a hotel). On the banks of the Avia River, Vina Mein has been a leader in the effort to reinvent Galician wines by taking what wine growers in Europe call a New World approach to creating rich, fruit-forward, easy drinking whites, planting only natives - like savory white- wine grapes, primarily treixadura, godello and albarino.
To understand Galicia, Cuerda asserted the next morning, you have to start at the beginning. We were heading northwest on a one-lane country road to San Ciprián de Las, a castro, Iron Age ruins that were inhabited through the Roman era. There are castros scattered throughout Ribeiro, high up on the mountainsides, eerie and beautiful archeological sites.
As we drove, every five or eight minutes, a tiny 12th- or 13th-century - or sometimes 16th-, 17th- or 18th-century - church appeared around a corner, darkened with age, but bells in good order.
Cuerda felt we should see Ourense, where he is shooting his next film. The city has a sloping and impressive Plaza Mayor, a medieval cathedral and the feel of a city that most tourists never see: The main squares and restaurants are filled with locals and businessmen rather than travelers.
It is known for its bridges that encompass the history of the city, from the Roman era to the modern. The winding streets are medieval, narrow, mysterious - perfect for Cuerda's film, to be set in 1940, the year after Franco came to full power. We sat for lunch at Restaurant San Miguel in the center of town. With a flourish, the waiter brought over a bottle of Sanclodio.
Cuerda took my notebook and wrote in Spanish: "The most important restaurant in the city of Ourense is San Miguel. The most important restaurant in the province is A Rexidora, in Bentraces. It has one Michelin star."
He listed several more restaurants, all with lyrical names - O Roupeiro, O Barazal, Galileo, O Mosteiro (next to the Hotel Monumento Monasterio de San Clodio). Each restaurant, not incidentally, now carries Sanclodio wines.
Ourense feels like a city, but when you leave, the urban landscape disappears in minutes. "It's the same as the 15th century!" exclaimed Cuerda, referring to the view.
We drove along rural routes, whipping through towns so small that they are mere dots on maps - towns with names like Pazos de Arenteiro, Osebe, Boboras and Carballino. Nearly every home we passed had a garden of grapes on gnarled vines producing only enough for individual home consumption.
Cuerda has a finca near Carballino, a place to work and relax, and we stopped there.
"I prefer working here to Madrid," he said. "It is tranquil here. Quieter."
On the shelf was a Spanish script for the 2001 film "The Others," which he co-produced. (It was the success of "The Others," starring Nicole Kidman, that gave him seed money for the bodega.) But it's hardly all work there - his office is filled with histories of Ourense; dictionaries of medieval Spanish and Gallego; a book on the Monasterio de Oseira, known as the Galician Escorial.
Cuerda decided we must hear the monks sing Gregorian chants at Oseira, where Sunday Mass is open to the public. Then we would understand the beauty and simplicity of the region, the wildness, the sheer distances, the isolation of centuries past.
The next morning, we drove through Cea - a town known for its pan de Cea, a wonderful rustic bread. A couple of miles out of town, the Oseira monastery looms from behind a bend.
Cuerda had promised us a visit to some thermal baths, but there was only time for lunch. As we asked for the check, the waiter ran over and in a burst of energy said: "Please! Could you write a note to my wife, Pilar? She loves your work!" Cuerda obliged, cheerfully.
"I make cinema," he'd said that first day. "I make wine, and maybe one person likes the cinema and the other person likes the wine. I diversify risks."
INSIDER'S GUIDE
Get there
After you get over there, one- hour flights from Madrid to Vigo (on Iberia) and Santiago de Compostela (Iberia or Vueling) can be as low as 50 euros round-
trip. Both cities are about an hour's drive from the Ribeiro, while Madrid is about five hours.
Round-trip flights from Denver to Madrid in mid-September found fares starting at $886 on US Airways, American Airlines, Continental, Delta and Air France.
Stay and dine
We anchored our trip by sleeping in historic places: from the former Monasterio de San Clodio, which lends its name to Cuerda's wines, to the country estates called pazos, many of them former homes of parish priests, now loosely linked in a web of historic inns called Pazos de Galicia (pazosdegalicia.com).
If you are driving from Madrid, the seven-room Pazo de Bentraces (34-988-38-33-81, pazodebentraces.com) is a good first stop. The rooms in this 15th-century manor home in the tiny town of Bentraces, south of Ourense, are all slightly different. They start at 104 euros a night, about $145 at $1.38 to the euro.
Bentraces also has the Ourense province's only Michelin-starred restaurant, A Rexidora (34-988-383-078, arexidora.com). Dinner for two with wine, about 100 euros.
The Hotel Monumento Monasterio de San Clodio (Plaza San Clodio s/n; 34-988-485-601; euro starshotels.com) is a foreboding marvel. Built in the 12th century, it was for hundreds of years home for Cistercian monks who grew grapes for wine. When they renovated it in 1999, San Clodio's owners made little effort to soften the severity of its beauty. Doubles from 85 euros.
Our first glimpse of warm Galician hospitality came at the Hotel Dona Blanca (Plaza San Clodio s/n; 34-988-485-688; hotelruraldonablanca.com), a six-room 17th-century home just outside the monastery walls. Owned by Javier Alen, the wine grower who owns and runs Bodega Vina Mein (and another small rural hotel, Vina Mein, just down the road; 34-988-488-400 or 34-617-326-248), Dona Blanca was renovated in 2003. Most stunning is a small indoor pool, with redwood floors and a full Turkish bath. Rooms start at 85 euros, with breakfast.
Across the plaza, Restaurant O Mosteiro (Plaza Eladio Rodriguez 4; 34-988-48-87-27) offers traditional fish-based Galician fare. Dinner for two, about 50 euros.
We visited the Monasterio de Oseira, north of Cea, where the monks make 14 rooms available for pilgrims or those on religious retreats for 30 euros a night (four nights minimum), including three meals (34-988-282-004 or e-mail cisteroseira@planalfa.es). A grounds tour costs 2 euros.
In Rias Biaxas, we found the inviting Rectoral de Cobres (San Adrian de Cobres, Vilaboa; 34-986-673-810; rectoral.com).
Constructed in 1729, it was brought back to life in recent years by Randi Hanssen, a Norwegian interior designer, and Juan Carlos Madrinan, her musician husband. Doubles start at 80 euros with breakfast.
In nearby Arcade, we found Restaurante Arcadia (Avenida Castelao, 25; 34-986-700-037), where we gorged on oysters, fresh fish and endless fresh bread (75 euros for dinner for two).

Origin: denverpost.com