«El vino nos hace más entrañables a todos»
Empresarias y Directivas de Bizkaia (AED) premia el talante «innovador» de Cañas en un «mundo de sensaciones»
03.04.11 - 02:46 - LUIS GÓMEZ lgomez@-elcorreo.com | BILBAO.
distinción de AED es el reconocimiento a una empresaria por su éxito en un mundo ligado casi siempre a los hombres: las bodegas. María Victoria Cañas, propietaria de los vinos Diez-Caballero, transformó el negocio a granel de su padre en una moderna bodega al casarse con Antonio Diez-Caballero, que tenía también viñedos.
-¿Pero antes estudió Periodismo?
-No. La idea de mi padre fue sacarnos de Elciego a los tres hermanos y darnos estudios. Hice Mercantiles en San Sebastián y Filología Francesa en Madrid. Y Periodismo, ya de mayorcita, en Leioa.
-Y con casi 40 años, volvió a las bodegas.
-En 1979 hice mi primer vino. Empecé a embotellar estando ya en la Facultad de Periodismo. Me daba mucha pena ver que mi padre ya lo abandonaba. Un hombre con un sentido muy especial por el cuidado y la elegancia de los vinos.
-Aunque fuese vino a granel.
-Sí, sí. Éramos del mundo de los graneles. Fue el primero en decirme: 'Piensa en qué te metes, que no es un mundo fácil. Nadie te está esperando y tienes para rato, hija'. Ja, ja.
-¿Le pesó la tradición familiar?
-No. Cuando mi padre nos decía '¿quién viene conmigo a las viñas?', casi siempre le acompañaba yo. De ahí me viene este olfato e instinto. En casa nunca se tomaba una copa de vino sin hablar del vino.
-¿Qué comentaban?
-Primero conversábamos. Había que decir de dónde era el vino, qué nos parecía, cómo lo distinguíamos... Mi madre tenía una nariz grande y severa, ja, ja, que mi padre apreciaba mucho. Aunque algunas veces le hacía correcciones que le sentaban regular, daba una gran confianza a su juicio. El vino es un abanico, un mundo de sensaciones.
-¿Cuándo lo probó por primera vez?
-Temprano. Entonces nos lo daban con la sensación de que nos estaban ayudando a probar, compartir...
-Hoy sería impensable.
-Era la mediana de los hermanos e iba muy de niña buena. 'Prueba, di, cuenta... Y ahora cata este. ¿A qué te recuerda?', me decían. Lo hacía bien. Recuerdo aquellas catas como un momento de reflexión. Era como tener que aprobar un examen. Imagino que las cantidades que bebíamos serían mínimas. (Risas).
-Transformó la venta a granel en una moderna bodega.
-La primera cosecha de reserva fue la de 1987. Cuando recogí las precintas en el Consejo Regulador de Logroño deseaba que el semáforo se pusiese rojo porque llevaba las botellas en el asiento de al lado y las miraba y acariciaba como un tesoro que había conseguido.
-El signo de la victoria.
-Con aquella cosecha se sirvió la inauguración de la Acería Compacta de Vizcaya a la que asistió el Rey. Tuvo palabras de elogio para el vino. Le tuvieron que mostrar la botella.
-¿Le miraron rara en el negocio por ser una mujer?
-Sí. Siempre me he dejado aconsejar, aunque tuviese muy claras las ideas. Es algo que a los hombres les gusta. Verme como una subordinada les hacía mirarme con cierta simpatía. Una bodega necesita inversiones a medio y largo plazo y más difícil fue ganarme la confianza de los bancos. Afortunadamente, esta crisis me ha cogido con solvencia y fuelle para resistirla.
-¿Le dieron muchos portazos?
-Algunos (risas). La crisis de 1993 nos impulsó a salir al exterior por las devaluaciones. Empezamos en Alemania y Estados Unidos. Es emocionante pasear por Nueva York y ver nuestras botellas en 38 restaurantes y licorerías .
-Le fue bien pero ni su padre ni su marido la tomaron en serio al principio.
-Mi padre pensaba: 'Empezará y se cansará como en otras cosas'. Yo vi que podíamos llegar porque contábamos con viñedos viejos y terrenos muy adecuados.
-Pero la solvencia financiera...
-Ya. Ellos temían que gastara el dinero de la casa. Creían que no me podía meter sola en esta aventura. Es un negocio muy cíclico. Un golpe inesperado de calor, un viento fuerte... Veían que en una de esas caería seguro pero pasadas la crisis de 1993 y superada la de 2008, la bodega está pensada para sobrevivir bien. Pese a los nervios.
«Como 'las siete y media'»
-¿Nervios?
-Con las cosechas todos estamos con el mismo nerviosismo. Unos te reprochan '¡Qué pronto empiezas a vendimiar!' y otros '¿Que todavía estás vendimiando?' Como diciendo, pues ya nada. Vivimos pendientes del potencial de grado alcohólico, la acidez... Es un poco como las siete y media. ¿Me quedo o me paso? Cada uno tiene que saber el tipo de cultivo que ha hecho y por lo tanto si esa uva puede o no esperar. Las parcelas son muy diferentes en razón de la altura, la orientación, de si están más cerca de las zonas del Ebro, que son más abrigadas, o de las de la sierra, que son más frescas.
-¿Trasladó el modelo de las pequeñas bodegas de Francia?
-Sí. Me sedujo cómo personas con 11 hectáreas de viñedos y producciones muy cuidadas se habían hecho un gran nombre y huían de las masas millonarias. Nosotros tenemos 25 hectáreas y deseaba una bodega pequeña y selecta. Elaboramos entre 110.000 y 130.000 botellas al año. -Sin embargo, busca una comercialización a mayor escala.
-No me importaría buscar socios para hacer una gran comercializadora, no ya de mis vinos, sino de muchas marcas para promocionarnos en el exterior. Pero siempre dejaría a mi bodega en su actual tamaño y limar la aristas para que la calidad aflore al cien por cien.
-¿Qué es el vino?
No hay comentarios:
Publicar un comentario