Amor a los vinos desnudos
Alice Feiring, célebre por su pugna con el crítico Robert Parker, abandera en su nuevo libro la viticultura natural
Quizá el famoso experto Robert M. Parker (cuyas puntuaciones en Wine Spectator son tan deseadas por la industria como criticadas por los antiestándar) no se alegró de los irónicos dardos de Feiring, quien fue atacada por su atrevimiento: "Incluso por gente que ni siquiera había leído mi trabajo". "Parker nunca fue mi enemigo", aclara. "Es un hombre que, quizá sin querer, ha tenido un efecto perjudicial, pero ha hecho mucho también por la promoción de la cultura del vino. Afortunadamente, hay bodegueros que no producen vinos para que les guste a Parker o a otros críticos".
Y a Feiring le gustaría que no abundaran los "vinos mal vestidos" y que los productores optaran más por la vía ecológica y sostenible. Aunque es optimista ante el panorama. El paraíso de los vinos desnudos, para ella, sigue siendo Francia, la región del Loira. E Italia ya despunta. "Como decía Teobaldo Cappellano (Barolo), cuanta más impostura, más necesitamos lo real. Está creciendo el movimiento vinícola en conexión con la naturaleza y no con ideas preconcebidas de cómo debe saber un vino...". California es una de esas zonas de conversos a lo natural, al "vino con corazón", apunta entusiasta. "Acabo de venir de Georgia y es fantástico ver cómo hay gente que produce vinos como hace miles de años". En su periplo socio-arqueológico del vino "auténtico" planea un viaje por Canarias y le encantaría que su nuevo libro fuera traducido al castellano. En Naked wine, dice, hay un argumento de peso para que los lectores hispanohablantes beban sus impresiones: un capítulo sobre la desnudez (o falta de ella) de los vinos españoles. El título es revelador: Ese oscuro objeto de deseo: vino auténtico en España, y la cita introductoria también ("Es imposible producir vinos naturales si quien los hace no es natural"). Pero hay esperanza aquí. Feiring la encuentra en vinos como Els Jelipins (Penedés), Mendall (Terra Alta), Ambiz (Madrid) y en jóvenes enólogos como Gregory Pérez (Bierzo).
Origen información: El País


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