(C. de Miguel). De una familia de viticultores-cosecheros Agustín Santolaya (La Rioja, 1960) siente el cariño por la viña desde su juventud. Es Ingeniero Técnico Agrícola por la Universidad de Zaragoza. Llegó a Bodegas Roda como consultor en 1992 y seis años después se convirtió en su director general hasta hoy. Además como Especialista Superior en Olivicultura y Elaiotecnia, está al frente de Aceites Dauro y Aubocassa. Escuchar durante una hora a Agustín Santolaya hace, a cualquiera, enamorarse del vino.
- Hablaba de los retos que se presentan ante los vinos del futuro, ¿cómo serán los vinos del futuro desde su perspectiva?
- Digo que los vinos del futuro tienen que ser de calidad indiscutible pero en el concepto de la calidad simple; es decir, sin defectos, olores ni sabores indeseables, que sean transparentes y dejen ver las cosas. Y esto solamente entrando en el matiz de la calidad porque el resto son conceptos muy subjetivos, puede haber vinos con mucha estructura, otros con poca, y sin embargo ser todos de mucha calidad. Solamente han de ser correctos. Además deben ser saludables y sostenibles. A continuación vendría la diferenciación, calidad y diferenciación son los dos pilares fundamentales para poder dar valor añadido a un producto. Esto significa que tenemos que trabajar buscando las variedades autóctonas, ser capaces de transmitir el paisaje a través de los vinos y entender la añada como la única variable natural para sacar un vino diferente de otro. Y además un vino tiene que tener una historia real que contar, con la que se identifique y llegue a la gente. Por tanto, un vino del futuro tiene que estar adaptado al consumidor y ver qué puede exigir: vinos de placer, de disfrute, que puedan maridar y armonizar bien con las comidas, vinos que se puedan tomar desde el principio aunque puedan durar muchos años y vinos que sigan las tendencias. No se puede hacer ahora un vino de 18 grados oxidado cuando se está pidiendo otra cosa…, hay que entender los hábitos de la gente.
- Vinos para ser consumidos y menos para exponer en una botella…
- Claro, no serviría de nada, el vino tiene que ser para que la gente lo disfrute y te pida otra. No has vendido una botella de vino cuando la has vendido, ni siquiera cuando te la han pagado, ni cuando el distribuidor se la ha vendido al restaurante, ni cuando el cliente la ha comprado…, la has vendido cuando repite. Hay que conseguir oír “este vino me gusta”. Esa es la idea de la adaptación al consumidor. Además es que un vino del futuro, ya del presente, tiene que ser competitivo con un precio lógico, que no quiere decir barato sino equilibrado realmente. Y en la posible reducción de costes a la que se enfrentan las bodegas en este momento, hay que tener muy claro que con la calidad no se puede jugar, no se puede reducir el costo en algo que la afecte, porque hay muchas otras cosas alrededor donde sí se puede recortar y hacer un vino competitivo en el mercado. Y otra cosa, los vinos tienen que estar presentes en los mercados para que sean consumidos y hay que elegir el lugar y a través de quién, qué distribución y qué posicionamiento, la hostelería, la tienda especializada, la alimentación, el particular… Y por último un vino tiene que tener una imagen bien pensada, que transmita una historia de una forma consecuente y creíble y basarse mucho en la comunicación.
- Insistía en su ponencia bastante en este tema de la comunicar el vino, ¿las bodegas son conscientes de esa importancia? ¿Considera imprescindibles la comunicación y publicidad?
- Depende, hay modelos distintos. Yo creo que para una bodega pequeña la publicidad es complicada porque no basta un anuncio en una revista en un momento, hace falta campañas bien hechas y esto una bodega pequeña no se lo puede permitir, hay que entenderlo. A veces la publicidad es un elemento de la comunicación que si se hace bien es muy eficaz porque transmite a mucha gente, si no igual hay que trabajar más personalmente, ir a más sitios, hablar,
Origen información: Afuegolento.com
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