
lunes, 28 de marzo de 2011
´Por seis euros tenemos vinos mallorquines de muy buena calidad´
´Por seis euros tenemos vinos mallorquines de muy buena calidad´

Si los mallorquines bebiéramos un poquito más de vino autóctono, nos quedaríamos "sin una gota", dice Antoni Bennàsar "Me gusta hacer propaganda del rosado porque no tiene buena prensa". B. Ramon NOTICIAS RELACIONADAS "Un grupo ecologista siempre tiene que estar decepcionado". Mallorca MIGUEL MANSO. PALMA Antoni Bennàsar (Felanitx, 1949) rememora el aroma a vino que desprendían los lagares de su localidad. El pueblo borboteaba en las noches de septiembre. Las bodegas ya no vierten olores al exterior y sus laboratorios se parecen a los de la Universidad donde ejerce de catedrático de Biología Vegetal. Bennàsar preside el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Pla i Llevant, participa en proyectos de turismo sostenible y reflexiona sobre profesores. –¿Los vinos mallorquines están a la altura del diseño de sus etiquetas? –Están a la altura de las etiquetas y más. El trabajo en torno al vino ha conducido al convencimiento de que en Mallorca se produce calidad. –Es un convencimiento relativamente nuevo. –En épocas pasadas se decía que el vino se comía, no se bebía. Interesaba mucho su aporte calórico. Era un complemento de la nutrición. En los últimos quince años se tuvo que hacer un esfuerzo importante ante la competencia de los caldos peninsulares. El vino autóctono se ha sofisticado para sobrevivir porque las producciones no son elevadas. Yo les digo a los bodegueros que en vez de poner nombre a un vino deberían poner nombre a cada botella. –Dos denominaciones de origen y seis de categoría de la tierra. ¿Balears da para tanto morapio? –Depende del prisma con el que se mire. Desde una óptica interna podríamos hacer una denominación de origen de cada pueblo pero, visto desde fuera, puede ser exagerado. Las denominaciones de origen de Mallorca –Binissalem y Pla i Llevant– expresan dos maneras diferentes de trabajar. La de Binissalem tiene una normativa más estricta; exige la presencia de ciertas cepas como la del Manto Negro en una proporción determinada. En cambio, en el Pla i Llevant esta limitación no existe. Tenemos más libertad, un espacio creativo más amplio. Los bodegueros combinan las cepas autóctonas, que dan personalidad al vino, con las foráneas, que terminan de redondearlo. –¿En el Pla i Llevant son más vanguardistas y en Binissalem más puristas? –No sé si somos más vanguardistas, los bodegueros son muy experimentadores. Cada año procuran sacar nuevas sensaciones buscando nuevos sabores. –¿Cómo diferencia un inexperto un Pla i Llevant de un Binissalem sin mirar la etiqueta? –Probando. Todo se entrena. La gente suele decir ´yo no entiendo de vino; a mí lo mismo me da´. Pero cuando le invitas a probar uno de buena calidad y otro de mala, la gente sabe cuál es el mejor. –Recomiende una botella para quedar bien en la próxima cena. –No puedo proponer una concreta porque soy el presidente de toda la Denominación de Origen. Me gusta hacer propaganda del rosado. No goza de muy buena prensa pero me gusta hablar de él porque es el vino de mi niñez. En Felanitx le decíamos vino del sindicato. Entraña una dificultad a la hora de obtener su color. –En la Ribera del Duero los constructores compraron viñas. ¿A qué linaje pertenecen los nuevos productores mallorquines? –Un poco de todo. Los hay clásicos, cuyas familias se pusieron a cultivar vides hace 70 años. Hay gente del mundo de la restauración que comenzó a elaborar vino para venderlo en sus propios restaurantes; también proceden de la construcción, de la distribución comercial y, por su puesto, personas del turismo que se capitalizaron y ahora abren las bodegas como una actividad más. –¿Cuánto hay de esnobismo? –En los cursos para ejecutivos se incide en el conocimiento del vino como marca de distinción, pero la verdad es que hay poca gente que entienda. Aquello de tener un laboratorio de análisis en la nariz y en la boca no es muy común. –Tres años consecutivos de lluvia y frío en invierno. ¿Cómo han impactado en las cosechas? –Han venido bien para eliminar cierto tipo de enfermedades y hongos. No ha habido déficits hídricos y casi no se han producido problemas de mildiu y oidio. –¿Cuánto daño ha hecho el carné por puntos al vino? –La gente siempre piensa en esto y algunos compran alcoholímetros. Comprueban horrorizados que enseguida dan positivo. Hay que tener un amigo abstemio. –¿Qué espacio ocupan nuestros caldos en la bacanal mallorquina? –De todo el vino que se consume en Mallorca, el producido en las islas representa el 11%. Si la ingesta subiera al 15% o 16%, nos quedaríamos sin una gota. La producción en el Pla i Llevant rondó 1.400.000 litros y se comercializaron 950.000 litros, el resto se destinó a reservas y crianzas. Incluso en este periodo de crisis, el volumen vendido es 30.000 litros más que hace un año. –Superan la crisis con soltura. –Sí, con relativa facilidad. Se vende un poco más de vino aunque cuesta mucho trabajar el mercado. Se exporta poco, aunque existe un mercado activo en Alemania. En los restaurantes de allí es frecuente que de seis vinos españoles, tres sean mallorquines. –¿Los restaurantes y hoteles se implican en su difusión? –En todas las cadenas se puede consumir vino de la isla. El problema reside en el precio. El nuestro resulta más alto porque es de gran calidad y prácticamente artesanal. –¿A partir de qué precio podemos beber buen vino mallorquín? –Entre seis y diez euros tenemos vinos de una calidad muy buena, sobre todo, en jóvenes. –¿Qué asignatura pendiente tienen las bodegas? –La comercialización y el marketing. –¿Cómo era el vino de nuestros ancestros? –Bastante malo. Ahora se han recuperado fórmulas de producción del vino de los romanos. Por lo que se sabe, la calidad no era muy elevada, se les estropeaba enseguida e intentaban mejorarlo con el uso de resinas y hierbas. –Desde su posición de catedrático y exvicerrector, ponga nota a Montserrat Casas, reelegida rectora esta semana . –Excelente. Es una mujer que ha trabajado mucho para que la Universidad ocupe un lugar importante en la sociedad balear. –Ha sido muy reivindicativa ante el Govern en materia presupuestaria. –La Universidad cuesta mucho. No hemos notado tanto la crisis pese a los recortes presupuestarios impuestos desde la Comunidad Autónoma. Cada vez se trabaja más con proyectos financiados por la Unión Europea, el Estado o las empresas. –Usted ha participado en una investigación sobre profesores. ¿Qué conclusiones ha obtenido? –En la universidad se enfatiza la investigación sobre la docencia para mejorar y conseguir méritos. Tenemos un conjunto de profesores excelentemente preparados pero todavía insistimos en la transferencia de conocimientos de la forma clásica. Deberíamos encaminarnos hacia una forma más actual en la que el alumno se construye su propio conocimiento. Para que esto sea así lo primero que tenemos que cambiar son los profesores, y aun estamos en ello. –¿De qué pecan sus colegas? –Pecamos todos. Para la investigación tenemos estímulos suficientes y una buena competencia, pero en docencia se debería exigir una preparación especial. Deberíamos trabajar en mejorar la calidad de la enseñanza. –¿La investidura de Eduard Punset como doctor honoris de la UIB demuestra que la ciencia es accesible? –Con su manera de desenvolverse, Eduard Punset consigue conectar a la gente con el mundo duro del conocimiento y de la ciencia. Esto es fruto de la personalidad del personaje. Quizá otro personaje contando las mismas cosas no lograría este impacto. –¿Punset es riguroso? –Completamente riguroso. No investiga pero tiene buenas fuentes de información y la habilidad de encontrar las facetas que más interesan al público. –Ha coordinado un proyecto de turismo y sostenibilidad. ¿Ambas palabras son compatibles? –Pueden ir juntas pero cuesta. También depende de dónde se aplique este concepto. Hacer turismo sostenible es adecuado en países en vías de desarrollo. Esas sociedades pueden aprovechar sus características esenciales y culturales y convertirlas en fuente de ingresos al margen de los grandes montajes turísticos. A través de la Fundación Cátedra Iberoamericana hemos llevado a cabo un proyecto en el lago Titicaca. En colaboración con una ONG de profesores peruanos, una serie de poblaciones de etnias diferentes que no eran demasiado amigas se han entendido perfectamente en el proyecto turístico. Se ha formado a la gente y, sin hacer nuevas construcciones, se han acondicionado sus casas para acoger a los visitantes. –Su impacto es distinto al de las cadenas hoteleras mallorquinas en el Caribe. –El montaje es completamente distinto. Me consta que algunas cadenas quieren desarrollar modelos de turismo sostenible pero no sé cómo lo llevan. –Como científico, y visto lo ocurrido en Japón, ¿comparte el miedo a la energía nuclear de una parte de la sociedad? –Perfectamente, por una razón muy sencilla. La especie humana nunca ha construido una máquina que no se estropee por algún motivo. Lo de las centrales nucleares no es una excepción. Las centrales nucleares además tienen un problema, y es que su capacidad de generación de energía es muy elevada. Si tenemos fuentes de energía cada vez más intensas, nuestro potencial para transformar el medio es mayor y eso puede ser problemático. Además de natural, la especie humana se ha convertido en un fenómeno geológico. En clase pongo un ejemplo: imaginemos que decidimos calentar el mar en la costa de las islas para alargar la temporada turística. Técnicamente sería posible, pero ¡vaya desastre! Un contraejemplo al turismo sostenible. –Usted está vinculado a la Alianza Francesa. ¿Sarkozy quiere recuperar el esplendor francés con Libia? –Libia es un caso de cinismo occidental, todo el mundo sabía quién era el personaje. Sarkozy es un presidente diferente, atípico. Los otros mandatarios franceses tenían ese porte de emperador tan mientras Sarkozy parece un hijo del pueblo metido a presidente.
Origen información: Diario de Mallorca
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