Vinos rescatados del abandono

Gordaliza del Pino. Surgió la nueva bodega en su estructura y formato actuales de la quiebra en todos los sentidos de la cooperativa local, fundada en 1962 y en sus mejores tiempos una de las más activas del sureste de la provincia. Vinos calificados, de mesa, en ‘bag in box’ o en garrafón se venden sólo allí . Por rafael blanco

25/05/2012

La quiebra en todos los sentidos de la vieja cooperativa vinícola de Gordaliza del Pino —como antes había ocurrido con otras del entorno geográfico, en concreto con las de Galleguillos de Campos o Castrotierra de Valmadrigal— propició el nacimiento de una de las últimas bodegas adscritas a la Denominación de Origen Tierra de León. Hoy en esa zona de producción, histórica en el vino leonés, no queda ninguna sociedad de ese tipo que no haya cerrado las puertas, porque la viticultura es una actividad relegada por razones que tienen que ver con la baja rentabilidad, la falta de relevo generacional y la llegada tardía de la redefinición de la propiedad por la vía de la concentración parcelaria.
Con María Luisa González Díez, empleada de la vieja cooperativa, tenía ésta una deuda histórica que sólo pudo pagar con el uso de manera temporal de las instalaciones, el aprovechamiento del vino que quedaba en unas cuantas barricas y la explotación de la marca comercial. De manera que las instalaciones, la parte de ellas que era más útil, sufrió una gran transformación, posible sólo a base de mucho trabajo y un enorme sacrificio personal.
Pudo de esa manera la nueva sociedad habilitar unos espacios más que dignos en los que desarrollar su actividad, en principio sólo la comercialización de un crianza que había como pago y ya posteriormente también la elaboración de sus propios vinos, primero un rosado con uva adquirida y desde hace dos años también los nuevos crianzas a partir del uso de sesenta nuevas barricas y del aprovechamiento de viejas rastreras de mencía que se conservan en el entorno, básicamente en Gordaliza del Pino, pero también algunas cepas en Bercianos del Real Camino, Villeza, Galleguillos de Campos, Arenillas, Joarilla de las Matas…
Desencantada, también como en otras bodegas del entorno, del escaso aprecio por el rosado, orienta su actividad hacia los tintos, que guarda en barricas desde hace tres o cuatro vendimias. De manera que eliminado del catálogo de la bodega el clarete, los que se relacionan ahora son dos tintos de larga estancia en barrica, aunque en un caso los tiempos reales no se correspondan con la calificación administrativa.
De la cava de la bodega salen un crianza formal con 36 meses en madera y desigual aporte varietal (65% mencía y 35% prieto picudo) y un reserva en toda regla con los mismos porcentajes en las aportaciones y tiempo de crianza (apenas 1.500 botellas), con el añadido de al menos otros doce meses de descanso en botella en la propia bodega.
Uno y otro los comercializa la bodega con nueva presentación y al amparo de la etiqueta histórica El Tesoro del Páramo. Se trata de producciones crecientes pero todavía limitadas, porque el grueso de la actividad de la bodega se desarrolla a partir de la venta en el todavía recurrente e imprescindible garrafón, en bag in box de distintos formatos y de una línea de embotellados como vino de mesa —blanco, rosado, tinto joven y con paso por madera— y bajo la referencia de Marqués del Pino.
La base de elaboración es una hectárea de viñedo propio, algunas viñas que todavía trabajan desde la bodega y la aportación de viejas cepas de viticultores de la zona. Sin estructura comercial, toda la venta se realiza directamente en bodega.

Origen información: Diario de León