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miércoles, 2 de mayo de 2012

Las bodegas Miquel Oliver de Petra cumplen un siglo

Las bodegas Miquel Oliver de Petra cumplen un siglo

En 1912, Melchor 'Sió' de Son Caló creó en su propia casa y con uvas compradas un negocio cuyas riendas lleva hoy su bisnieta, Pilar Oliver
 02-05-2012
 
­Es muy posible que en 1912, cuando en Petra Melchor Oliver (Sió de Son Caló) puso en marcha su bodega, no se imaginara que ésta llegaría a cumplir un siglo de existencia, y menos que, en ese cumpleaños sería una mujer, su bisnieta Pilar Oliver quien estuviera al frente del negocio, y llevando el nombre de su nieto Miquel, aunque retirado. Un proyecto que inició Sió Oliver en una Mallorca en la que de las alrededor de 35.000 hectáreas dedicadas al cultivo de la viña, habían quedado reducidas a unas dos mil por la llegada de la plaga de la filoxera en 1891.
"Estar al frente de una empresa, más si es una bodega y con viñas propias, es una gran responsabilidad, pues siempre has de enfrentarte a ciertos imponderables como son el clima adverso, los altos y bajos del mercado, la falta de apoyos de diversos sectores, ciertas incomprensiones o las trabas de una burocracia que trabaja con una legislación, en lo que se refiere a nuestro sector, bastante alejada de la realidad. Aunque, a pesar de todo, si bien el presente condiciona, espero que Vinyes y BodeguesMiquel Oliver S.L., siga teniendo futuro, pues al menos, intentaré que mis dos hijos, Jaume y Aina, con la ayuda de su padre, Jaume Olivella, también enólogo, sigan nuestra tradición enológica, o al menos, pondré todos los medios para que conozcan ese mundo, como me pasó a mí, criada entre botas. Luego, ellos decidirán", relata Pilar Oliver, en la cual su padre, hace ya unos años, delegó la dirección de la bodega.
Como Pilar Oliver explica, los primeros recuerdos de su más tierna niñez están vinculados estrechamente a la vendimia, a la elaboración del vino y a las crianzas en barrica, con todo un tremendo trasiego de por medio, a lo largo de su existencia. Ella, como otras mujeres de hoy metidas en el mundo empresarial y a la vez madres de familia, ha sabido adaptarse, aunque cronometrando los tiempos muy racionalmente, para poder tocar muchas teclas, sin renunciar a su vida familiar. Muchas veces ha de viajar para asistir a ferias internacionales, mantener contactos con sus clientes, especialmente alemanes, si bien, cada vez más, algunos de sus quince vinos que elabora actualmente, ya aparecen en las cartas de restaurante de Mallorca, intentando conquistar el mercado interior, pues los vinos isleños aun no son profetas en su tierra.
"En 1912, mi bisabuelo Sió Oliver decidió montar una bodega, en Son Caló, su casa, por la cual nos conocen, ya que yo, en Petra soy Pilar de Son Caló, y nuestra primera vendimia se realizó ese mismo año. Comenzamos sin tener viñas propias, por lo que al principio, tuvimos que comprar la uva que necesitábamos, principalmente a productores de Felanitx. Hace unos veinte años mi padre adquirió unas cuantas hectáreas en las afueras de Petra, creando la viña Son Ferritges, pero seguimos adquiriendo uva a otros vinicultores, dentro de la DO Pla i Llevant de Mallorca, a la que pertenecemos", explica esta empresaria enológica.
Fue en 1921 cuando Sió Oliver, contando ya con su hijo Francisco para continuar el negocio, adquirió en el corazón de Petra, cerca de la iglesia de esta localidad sileña, Can Torrella, un antiguo edificio señorial que contaba con un antiguo celler, el cual quedó solo para la crianza de vinos, mientras los diversos procesos de elaboración y los depósitos pasaron a las naves de la antigua Cooperativa Vinícola de Manacor, al ser adquiridas adquiridas hace unos veinte años por Miquel Oliver.
Ahora, su hija se enfrenta a poder materializar, lo antes posible, la construcción de una nueva bodega, junto a las mismas viñas de Ses Ferritges, con la idea de desprenderse de las instalaciones de Manacor, en un futuro próximo. Una autentica carrera de obstáculos, casi siempre administrativos, sin ningún tipo de subvenciones y arriesgando, como sucede con un proyecto de dicha envergadura. En cuanto al celler de Can Torrella, al centralizarse todo en la nueva bodega, podría quedar como museo enológico, pues los Oliver conservan primitivas tinas, antiguas herramientas y máquinas utilizadas antiguamente en la viña, así como equipos utilizados en el mantenimiento y defensa de las cepas.
Miquel Oliver fue transmitiendo a su hija Pilar una serie de consejos vitales para llevar viñas y bodegas, como: "Fidelidad a la tierra y utilizar las tecnologías que vayan apareciendo, aunque con racionalidad, sin que las modas puedan incidir negativamente, pues cada uno tiene su personalidad marcada por el terreno que pisa, Y una cosa que todo viuticultor ha de tener presente, junto a una serie de condicionantes, la poda de la cepa, según como se aplique condicionará el vino que se elabore".
Pilar Oliver tiene presentes todos esos consejos, los cuales aplica en su trabajo, aunque ella no renuncia a concebir vinos según su criterio. "Mi padre, -indica esta enóloga convertida en vitivinicultora-, fue audaz en 1962, cuando al vino mallorquín no se le consideraba para nada, comprando uva en la Colònia de Sant Pere, con las que creó el tinto con crianza Montferrutx, nuestro primer vino embotellado, y que fue mítico. Luego, llegó el blanco Muscat, un clásico que se renueva en cada añada, identificándose por la uva que le da vida. Una de mis aportaciones, dentro de otros conceptos, son los tintos Aia y Experiment, entre algún otro, como va a suceder con el tinto de buena crianza 1912, elaborado para conmemorar nuestro primer centenario, y que se presentará en junio, cuando celebremos nuestros primeros cien años de existencia".
 
Origen informació: Diario de Mallorca

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