sábado, 27 de febrero de 2010
Mi merenzao es un I+D casero
FERNANDO GONZÁLEZ . PROPIETARIO DE LA BODEGA ALGUEIRA
«Mi merenzao es un I+D casero»
Algueira apuesta por las variedades desconocidas y la «desmecanización» de la bodega para satisfacer la creciente demanda de vinos diferenciados
Autor: Luis Díaz
Fecha de publicación:
25/2/2010
La investigación en Galicia sigue unos derroteros que no siempre coinciden con el día a día de los bodegueros más inquietos. Fernando González lo ha sufrido en sus carnes en Algueira, pero no ha tirado la toalla en la pugna por ir más allá de la comodidad vitícola de la mencía. Ahí está su tinto de merenzao, que él define con sorna como «un I+D casero», distinguido como mejor vino del año por la Asociación Gallega de Sumilleres y la Asociación de Enoturismo de Galicia.
-Dedicó el premio al enólogo de su bodega, Raúl Pérez. ¿Tanto influye la mano del técnico?
-Para mí, y para otros bodegueros que estamos interesados en hacer cosas diferentes en Galicia, es muy importante el apoyo de enólogos como Raúl Pérez, que se atreven con estas variedades, que te quitan el miedo a decidirte y luego saben darle el punto en la bodega. El merenzao de Algueira tiene la pasión que puse como viticultor y el conocimiento del enólogo. El premio es para todos los que trabajamos en la bodega y también para Ribeira Sacra. Para mí, es un orgullo que el mejor vino gallego sea un tinto de esta denominación hecho con una variedad que estaba olvidada.
-¿Cómo descubrió el potencial del merenzao?
-Fue por un vino que hacía José Luis Espinosa con esta variedad, que aquí también se conoce por María Ordoña o carnaz. Me quedó grabada aquella sedosidad, aquellos taninos tan elegantes... Lo que pasa es que hace quince años buscábamos otro tipo de vinos, con más color, más cuerpo. Ya con Raúl [Pérez] en la bodega, que sabía de las posibilidades del merenzao por experiencias previas en Portugal, empezamos a plantarlo. Con lo nuestro y lo que nos da una viña vieja que tengo en alquiler, nos decidimos a elaborarlo por vez primera en la cosecha del 2007. Lo hicimos en barricas usadas de cuarto año, para no adobar la identidad de la uva. Fue una vía de investigación que abrimos, una especie de I+D casero.
-¿Qué hizo posible que ya no se busquen solo vinos con mucho cuerpo?
-Pues que el mundo del vino está poniendo la mirada en el terruño, y lo hace de verdad, más allá de la retórica. El futuro es lo artesanal, la identidad, la diferenciación. Yo estoy apostando por la desmecanización de la bodega. A veces hay que sustituir la despalilladora por el pisado de la uva, y hacer los remontados a mano.
-Las producciones de este tipo de vinos son anecdóticas. ¿Tendrían salida a otro nivel?
-En el Fórum Gastronómico de Santiago había colas para probar el merenzao y todo eran felicitaciones. Cuando un sumiller como Josep Roca, que es el propietario de un restaurante que tiene tres estrellas Michelín, visita tu bodega después de probarlo para que esté en su carta, piensas que vas por el buen camino. Vender botellas de veinte euros en los tiempos que corren no es fácil, pero creo que este tipo de vinos diferenciados tienen mercado en Estados Unidos, en Japón o en Cataluña.
-¿Cree que el futuro de Ribeira Sacra no debe depender de una sola variedad?
-No se trata de sustituir la mencía, sino de crear, de hacer cosas nuevas y salir a darlas a conocer en el mercado. En Ribeira Sacra se vive de rentas de la mencía. En su momento descubrimos un filón en ella, y está muy bien sacarle todo el partido posible, pero sin olvidar que tenemos otras variedades que son un tesoro. En Algueira estamos trabajando con brancellao, caíño y sousón. Es la forma de sorprender, que es lo que necesitamos.
Origen información: La Voz de Galicia
«Mi merenzao es un I+D casero»
Algueira apuesta por las variedades desconocidas y la «desmecanización» de la bodega para satisfacer la creciente demanda de vinos diferenciados
Autor: Luis Díaz
Fecha de publicación:
25/2/2010
La investigación en Galicia sigue unos derroteros que no siempre coinciden con el día a día de los bodegueros más inquietos. Fernando González lo ha sufrido en sus carnes en Algueira, pero no ha tirado la toalla en la pugna por ir más allá de la comodidad vitícola de la mencía. Ahí está su tinto de merenzao, que él define con sorna como «un I+D casero», distinguido como mejor vino del año por la Asociación Gallega de Sumilleres y la Asociación de Enoturismo de Galicia.
-Dedicó el premio al enólogo de su bodega, Raúl Pérez. ¿Tanto influye la mano del técnico?
-Para mí, y para otros bodegueros que estamos interesados en hacer cosas diferentes en Galicia, es muy importante el apoyo de enólogos como Raúl Pérez, que se atreven con estas variedades, que te quitan el miedo a decidirte y luego saben darle el punto en la bodega. El merenzao de Algueira tiene la pasión que puse como viticultor y el conocimiento del enólogo. El premio es para todos los que trabajamos en la bodega y también para Ribeira Sacra. Para mí, es un orgullo que el mejor vino gallego sea un tinto de esta denominación hecho con una variedad que estaba olvidada.
-¿Cómo descubrió el potencial del merenzao?
-Fue por un vino que hacía José Luis Espinosa con esta variedad, que aquí también se conoce por María Ordoña o carnaz. Me quedó grabada aquella sedosidad, aquellos taninos tan elegantes... Lo que pasa es que hace quince años buscábamos otro tipo de vinos, con más color, más cuerpo. Ya con Raúl [Pérez] en la bodega, que sabía de las posibilidades del merenzao por experiencias previas en Portugal, empezamos a plantarlo. Con lo nuestro y lo que nos da una viña vieja que tengo en alquiler, nos decidimos a elaborarlo por vez primera en la cosecha del 2007. Lo hicimos en barricas usadas de cuarto año, para no adobar la identidad de la uva. Fue una vía de investigación que abrimos, una especie de I+D casero.
-¿Qué hizo posible que ya no se busquen solo vinos con mucho cuerpo?
-Pues que el mundo del vino está poniendo la mirada en el terruño, y lo hace de verdad, más allá de la retórica. El futuro es lo artesanal, la identidad, la diferenciación. Yo estoy apostando por la desmecanización de la bodega. A veces hay que sustituir la despalilladora por el pisado de la uva, y hacer los remontados a mano.
-Las producciones de este tipo de vinos son anecdóticas. ¿Tendrían salida a otro nivel?
-En el Fórum Gastronómico de Santiago había colas para probar el merenzao y todo eran felicitaciones. Cuando un sumiller como Josep Roca, que es el propietario de un restaurante que tiene tres estrellas Michelín, visita tu bodega después de probarlo para que esté en su carta, piensas que vas por el buen camino. Vender botellas de veinte euros en los tiempos que corren no es fácil, pero creo que este tipo de vinos diferenciados tienen mercado en Estados Unidos, en Japón o en Cataluña.
-¿Cree que el futuro de Ribeira Sacra no debe depender de una sola variedad?
-No se trata de sustituir la mencía, sino de crear, de hacer cosas nuevas y salir a darlas a conocer en el mercado. En Ribeira Sacra se vive de rentas de la mencía. En su momento descubrimos un filón en ella, y está muy bien sacarle todo el partido posible, pero sin olvidar que tenemos otras variedades que son un tesoro. En Algueira estamos trabajando con brancellao, caíño y sousón. Es la forma de sorprender, que es lo que necesitamos.
Origen información: La Voz de Galicia
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