Ricardo Pérez Palacios, de Descendientes de J.Palacios, y Paloma Escribano Sáez, de Bodegas Valsardo, ofrecen dos puntos de vista muy diferentes sobre agricultura y vinos biodinámicos que suscitan un interesante debate en FENAVIN 2011
Martes, 10 de mayo de 2011
La conferencia ‘Vinos biodinámicos: ¿Una realidad o una ficción?’ ha deparado los momentos más polémicos de la primera jornada de FENAVIN. A los ponentes, Ricardo Pérez Palacios1, fundador, junto a su tío, Álvaro Palacios2, de la bodega berciana Descendientes de J. Palacios, y Paloma Escribano Sáez3, fundadora de Bodegas Valsardo de Ribera del Duero, les separan, además de algunos kilómetros, años de experiencia y una concepción completamente distinta sobre la agricultura biodinámica.
El joven Pérez Palacios es un defensor a ultranza de los métodos y preparados biodinámicos que utiliza en su viñedo de El Bierzo y defiende que, actualmente “existe una gran confusión en la utilización de los términos ecológico, biodinámico, natural o genuino. Un vino sin sulfuroso, tan sólo por eso, no se le puede llamar natural”, explicó.
A él se debieron los momentos más espirituales de la conferencia, ya que para él, “una granja biodinámica tiene un sentido en un conjunto mucho más grande que la viña. El agricultor es el que pone en orden todas las fuerzas que se conjugan en ella. La parte agrónoma y el oficio, encargarían lo físico, mientras que la biodinámica sería la esencia vital, el alma”, afirmó.
Por su parte, Paloma Escribano Sáez, la primera mujer viticultora de la Ribera del Duero, insistió en que en su bodega “no se utilizan herbicidas, ni fertilizantes artificiales, ni compuestos químicos sintetizados. Las plantas son algo vivo, como las personas, y a nosotros si nos dan muchos antibióticos no generamos anticuerpos de manera natural”.
En cuanto a la actual normativa, la propietaria de Bodegas Valsardo defendió que “los controles sobre la tierra y las plantas nos parecen insuficientes, queremos que se realicen análisis sobre el vino, por eso no estamos adscritos a ninguna certificación, cuando así sea, lo haremos”.
En definitiva, Escribano apuesta por el equilibrio de la uva en el viñedo, y los trabajos en el campo aunque “la biotecnología me parece imprescindible y la innovación es necesaria, porque constituye un antídoto de la rutina”.
En cuanto a algunas leyes de la biodinámica, “nadie puede negar el influjo de la luna en diferentes trabajos, sin embargo, no soy seguidora de sus principios astrológicos, ni utilizo sus compuestos”.
Sin duda alguna, dos puntos de vista diferentes, aunque ambos defienden la fuerza y valor del terruño y el empleo de técnicas naturales en el campo y en el laboratorio. ¿Biodinámicos?, etimológicamente, vinos con fuerza y vida y, definitivamente, reales.
Origen de la Biodinámica
Los principios de la agricultura biodinámica tienen su origen en las conferencias del filósofo austriaco Rudolph Steiner4, en la segunda década del siglo XX, fundador de la antroposofía y de una concepción holística de la vida que engloba a otras disciplinas como la medicina, la alimentación y la espiritualidad, entre otras. El concepto central de estas conferencias es la granja, como organismo que se autoabastece. También, incluye actividades temporales como plantar en relación a los patrones de movimiento de la luna y los planetas, y aplicar ‘preparados’ al suelo -materiales naturales procesados de manera específica-.
En la actualidad, uno de los máximos exponentes del movimiento biodinámico internacional es Nicolas Joly5, viticultor francés en la región del Loira. Para él los vinos del mundo se dividen en dos tipos: el vino verdadero, que refleja la “peculiaridad del terruño en la copa”, y el vino industrial, en cuya producción se utilizan productos químicos
Origen información: La Cerca
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