Miquel Vilardell, de Torroella de Fluvià (Alt Empordà), es el primer productor de alimentos ecológicos de las comarcas de Girona. Su padre era agricultor a tiempo parcial y él cogió el relevo aunque decidió que todos sus cultivos serían ecológicos. Vilardell contribuye a conservar un espacio de gran diversidad agraria, aunque en su caso sus tierras están sitiadas por la carretera C-31, una vía rápida que hace todavía más meritoria su férrea voluntad de llevar al consumidor alimentos sin insecticidas ni fertilizantes químicos.
Desde que empezó a cultivar productos ecológicos (1991), su oferta no ha parado de ampliarse, con una lista de verduras y hortalizas variadas que incluye productos tradicionales pero sobre todo variedades recuperadas (mongetes de ganxet baix, fesols de l'ull ros...). Desde el año 2007, ha pasado a ser también elaborador y envasador, lo que le ha llevado a un camino lleno de creaciones de productos y mezclas cada vez más atrevidos que se venden en tiendas dirigidas a clientes que buscan productos de calidad, señala. "Los productores ecológicos hemos pasado de ser considerados gente rara a estar de moda", dice este hombre que aumentó el pasado su facturación un 40%.
"Nuestros productos ecológicos tienen unos beneficios sobre el entorno, y eso debería ser considerado. Sin embargo, debemos pagar unas tasas de certificación muy caras. No puede ser es que el organismo público encargado de hacer esta certificación, cuyo objetivo debe ser tener una balance cero, aplique unas tasas que son más caras que una certificadora privada, cuyo objetivo teórico sí es tener beneficios", se lamenta. Se queja además del enorme coste burocrático y de documentación que supone el control por parte del parte del órgano regulador (Consell Català de la Producció Agrària Ecològica), y dice que prefiere "más análisis de muestras y menos papeleo".
Pero su principal denuncia se dirige al retraso en el pago de las indemnizaciones por la construcción de la C-31, obra construida por la Generalitat. Tres años después de acabar las obras, aún sigue esperando cobrar. Durante los trabajos se vieron afectadas el 50% de las tierras, mientras que el recorte final de la superficie agraria ecológica fue de un 30%, debido "a tantas rotondas, puentes y demás afectaciones excesivas". La extracción de áridos se hizo además en zonas en donde cultivaba la legumbres y la zona quedará como un terreno yermo "más de 50 años". "¿Cómo me hace a mí todo esto mi Gobierno?", se pregunta.
Origen información: La Vanguardia
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