miércoles, 3 de febrero de 2016
Crisis de gobernanza en Freixenet. La familia Hevia, propietaria del 29%, plantea la venta de su participación
La familia Hevia, propietaria del 29%, plantea la venta de su participación
Las tres ramas familiares que controlan el capital de Freixenet han roto el consenso que mantenían sobre la gestión y el futuro de la empresa cavista y, según fuentes empresariales, uno de los grupos accionariales, la familia Hevia Ferrer, negocia la venta de su participación accionarial
de en torno al 29%. Portavoces de Freixenet se limitaron a señalar que
“oficialmente no tenemos conocimiento de ningún cambio en la situación
accionarial de la compañía”. Los representantes del grupo vendedor
declinaron realizar comentarios. Otras fuentes, sin embargo, aseguran
que ya se han producido las primeras discusiones en el consejo.
Freixenet, la compañía que abrió el éxito exterior del cava catalán con
su apuesta por la internacionalización en los ochenta del siglo pasado y
es un símbolo del sector, está controlada ahora por la tercera generación de la familia fundadora.
El principal grupo accionarial es la familia Ferrer Noguer, hijos de
José Ferrer, artífice del crecimiento de la empresa y presidente de
honor, que controlan en torno al 42% del capital y que tienen como
principal representante a Pedro Ferrer, consejero delegado. La familia
Bonet Ferrer, encabezada por el actual presidente del grupo, de Fira de
Barcelona y de la Cámara de España, José Luis Bonet, controla en torno a
otro 29%, el mismo porcentaje que los Hevia Ferrer, encabezados por
Enrique Hevia, vicepresidente y director financiero de Freixenet. Las
tres familias, que tienen sus acciones sindicadas, han mantenido
tradicionalmente el equilibrio en la gestión, repartiéndose los
principales cargos ejecutivos, y los doce representantes de la tercera
generación tienen un puesto en el consejo.
Fuentes empresariales explicaron que José Ferrer, único
hijo varón de los fundadores, tuvo la aquiescencia de sus hermanas y
especialmente de una de ellas que no tenía hijos, para gestionar la
empresa. Pero con el cambio de siglo, el crecimiento de la compañía se
estancó. Aquí comenzaron las discrepancias, que se han acentuado por la
gestión de la compañía durante los años de la crisis económica:
Freixenet ha visto reducir sus ventas un 5,5% en su último ejercicio
(que cerró en abril del 2015), hasta los 501 millones de euros.
La firma ha visto caer sus ventas en el estado español,
donde factura 150 millones menos que antes de la crisis. Y este
descenso no ha podido compensarse con un aumento de sus mercados de
exportación. Fuentes empresariales destacaron que los accionistas han
sido especialmente críticos con las “declaraciones políticas
desafortunadas” contra el soberanismo catalán realizadas por el presidente del grupo, José Luis Bonet, que consideran impropias de un presidente de una empresa catalana.
La caída de ventas ha erosionado la rentabilidad
del grupo: los beneficios han quedado en 2,2 millones de euros en el
2014, cuando antes de las crisis habían superado los 30 millones, y ha
obligado a la firma a aumentar su deuda a largo plazo, hasta los
150 millones de euros, y a suprimir el pasado ejercicio el tradicional
reparto de dividendos. Para algunos accionistas “se está realizando una
gestión desafortunada que no se quiere corregir”.
Fuentes empresariales explicaron que los grupos
accionariales se plantean ahora distintos escenarios de futuro para la
empresa y que la solución, finalmente, habrá de ser consensuada, porque
al estar las acciones sindicadas los actuales accionistas tienen derecho
de tanteo ante la venta a un tercero. Así, la familia Hevia ha
planteado la venta de sus acciones a la propia empresa o al resto de las
familias accionistas, lo que podría mantener el statu quo de la
compañía. La venta también podría realizarse a un tercero: la empresa ha
iniciado contactos internacionales y un grupo alemán –país donde
Freixenet es una empresa vinícola líder– ha mostrado ya su interés en
entrar en la compañía. La familia vendedora, además, también está
abierta a buscar alianzas para comprar su participación al resto de
socios, tomar la mayoría de la compañía y cambiar la gestión, pues
consideran que tiene un gran potencial de crecimiento.
Freixenet tiene un valor patrimonial neto en
libros de 245 millones de euros, pero fuentes empresariales destacan que
su valor de mercado es muy superior y podría situarse entre 550 y 600
millones. Un giro en la gestión, que volviera a situar la rentabilidad
de la empresa en sus ratios históricos, podría incrementar además
enormemente el valor del grupo, que hace una década recibió ofertas de
compra que lo valoraban en unos 900 millones. El principal motivo del
reciente deterioro económico de Freixenet ha sido la caída de sus ventas
en Alemania, su segundo mercado más importante después de España, donde
un intento de subir los precios ha reducido su facturación el año
pasado más de un 20%.
Orígen información: La Vanguardia
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