Ciudad Real
Innovación y tecnología componen el principal secreto de los tapones sintéticos para vino, una joven opción para cerrar botellas que ya se ha abierto paso en uno de los viñedos más grandes del mundo, el de Castilla-La Mancha. El sector vinatero de la región ha sido receptivo a la alternativa al corcho de los alcornoques, que en proceso de degradación puede producir tricloroanisol (TCA), una sustancia que provoca el desagradable y temido “sabor a corcho”. Este fue el punto de partida del empresario belga Gert Noël, que en los años 90 decidió poner a este “mal” y creó un tapón mediante la co-extrusión. En la actualidad, la compañía ‘Nomacorc’ es el mayor productor del mundo de tapones para vino de alta tecnología, con ventas anuales de 2.000 millones de unidades, 90 de ellos en las principales bodegas de la región y provincia.
“El TCS es el mejor aliado de ‘Nomacorc’”, asegura Sébastien Andrés, responsable comercial de la compañía para España y Portugal, quien, mientras explica los fundamentos tecnológicos y económicos que han permitido que los tapones alternativos que representa se hayan introducido sin complejos entre vinateros, bodegueros y cooperativistas de todo el planeta y empiecen a restar espacio al imperio del corcho, aunque también convivan con otros modelos como el tapón de rosca.
La elección de un buen tapón, sostiene este portavoz, puede disminuir la cantidad de vino “que se malgasta por defectos”, y se hace eco de los datos del sector que apuntan a que con 12.000 millones de botellas de vino cerradas con tapón de corcho y un índice de “sabor a corcho” de un 3% mínimo, se pierda cada día cerca de un millón de botellas de vino.
Potencial
De esta manera, ni al sector vitivinícola ni a esta multinacional, que inició su andadura en Zabulon (EEUU) en 1999, se les escapó el potencial de los cierres alternativos en Castilla-La Mancha, una región que produce más del 60% de todo el vino que se elabora en España, y más del 11% de la cosecha mundial.
A los productores de vino para ahorrar costes, y a la firma de tapones para iniciar mercado.
De esta manera, la delegación comercial de la compañía empezó a trabajar en 2003 en la región, y tras más de dos lustros obtienen unos resultados millonarios. “Hace doce años partimos de cero, y hoy vendemos en más de 50 bodegas y cooperativas de toda Castilla-La Mancha en torno a 90 millones de tapones”, comenta desde Manzanares Jorge Maldonado, distribuidor de ‘Nomarcorc’ en la zona.
No es casualidad que la empresa tenga en Ciudad Real una de sus representaciones comerciales, teniendo en cuenta que esta provincia produce cerca del 50% de una cosecha media castellano-manchega, como la de 2014 que cerró con 53,5 millones de hectolitros de vino.
Maldonado indica que “las bodegas más conocidas” de los territorios provincial y regional, y grupos como ‘Félix Solís’ o ‘García Carrión’ cierran importantes cuotas de su producción de botellas con tapones sintéticos.‘Vinícola de Castilla’, ‘Vinícola de Tomelloso’, ‘Virgen de las viñas’, ‘Miguel Calatayud’, ‘Bodegas Naranjo’, o ‘Jesús del Perdón’ son algunas de las sociedades vinícolas que cuentan con este tipo de tapón, “que es una garantía de seguridad y no hay peligro de desviaciones organolépticas”.
No obstante, el representante comercial sostiene hay mercados exportadores como Reino Unido y Estados Unidos “que prefieren la rosca”, y otros destinos como China también tienen cierta reticencia al de polietileno ”por razones culturales”, pues aprecian más el corcho al que identifican con tradición y prestigio.
El mayor nicho de mercado, aclara, está en los vinos jóvenes, blancos, tintos y rosados, y falta dar el paso falta en crianzas y reservas.
Gestionar el oxígeno
Marta Arranz, una de las enólogas de la empresa, explica que el control del oxígeno es la clave para que los vinos embotellados en cualquier punto del mundo mantengan sus cualidades químicas y organolépticas.
“Cuando se cierran de manera hermética, con poca presencia de O2, puede aparecer el olor a huevos podridos, mientras que en caso de que los niveles de oxígeno sean más altos, el riesgo está en la oxidación, la cual modificará los aromas naturales de la uva, como a fruta rancia, o hacia un sabor a torrefacto”, explica en una de las catas que dirige en la fábrica de Thimister-Clermont en Lieja.
Por esta razón y en base a una investigación puntera, apunta que todos los tapones de ‘Nomacorc’, que tapan aproximadamente el 15% del total de vinos embotellados en el mundo, se fabrican utilizando un proceso de co-extrusión patentado con un núcleo de espuma y un revestimiento externo, libre de TCA y cada vez más parecido al corcho.
La empresa garantiza la ausencia del “gusto a corcho” y “la tranquilidad” de los embotelladores.
Proceso
El proceso de co-extrusión patentado cuenta con dos etapas: primero se mezcla la materia prima, se funde y se extrude para crear un cilindro largo de espuma, el cual constituye el núcleo del tapón.
Luego se aplica una capa externa flexible a través de un segundo proceso de extrusión, la cual se une térmicamente al cilindro interno. Posteriormente, la forma se estabiliza en agua refrigerante antes de que la operación de corte a alta velocidad proporcione al tapón la longitud correcta.
Ventajas
Tras estos pasos, la enóloga defiende las ventajas comprobadas a lo largo de los años.
Los beneficios empiezan con la transmisión de oxígeno más constante y predecible en comparación con otros tipos de tapones, así como se eliminan los sabores añejos debido a la oxidación, reducción o contaminación del vino por corcho, el embotellado se realiza sin problemas de filtración, ruptura o desmenuzamiento, y las extracciones son fáciles y moderadas.
También han desarrollado la tecnología, en colaboración con conocidos institutos vinícolas de todo el mundo, para crear tapones con un “aspecto y sensación de corcho natural”, y con “la más baja huella de carbón entre todos los alternativos”, además de ser reciclable.
La empresa destaca, igualmente, las certificaciones internacionales que han recibido y que reconocen sus procesos sostenibles y respetuosos con el medio ambiente
Sin goteo ni sabores
Con todo, el manejo del oxígeno permitirán, concluyen, que “no haya ningún sabor a corcho, ya no hay tapones reblandecidos ni pringosos que goteen, permitirá un mejor descorche (no se partirán en la extracción), el almacenamiento de botellas de pie, la conservación de los vinos a lo largo del tiempo, y la regularidad absoluta de los vinos.
Además, como los cierres se consumen en distintos países, existen distintos finales para los incluyendo la incineración, el entierro de residuos y el reciclaje.
Origen información: Lanza Digital
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