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viernes, 4 de julio de 2008

La única bodega de la ciudad abre sus puertas a vecinos y turistas

La única bodega de la ciudad abre sus puertas a vecinos y turistas


Los visitantes pueden ver la plantación, disfrutar de las vistas que posibilita y degustar sus caldos Está sita en Santa Bárbara y produce vino ecológico
29.06.08 -
ÁNGEL SÁNCHEZ REDONDO ANA GONZÁLEZ MANGAS JOSÉ MANUEL ESTÉVEZ PILAR ARMERO

LOS PROTAGONISTAS
Natural de Cabezuela del Valle. Su empresa, Bodegas y Viñedos Ángel Sánchez Redondo S. L. está detrás de la producción de 'Viña Placentina', el vino ecológico que nace, crece y se embotella en Plasencia. Licenciada en Biología por la Universidad de Extremadura, esta joven de Almendralejo se encarga del laboratorio. Mediciones de la temperatura y análisis, así como la revisión diaria de las plantas, son parte de su cometido. Es el encargado de que el producto llegue hasta las estanterías del comercio, las barras de los bares y las mesas del restaurante. El caldo de 'Viña Placentina' se encuentra sin dificultad en las tiendas de productos típicos y se está metiendo en hostelería. El día que Ángel Sánchez Redondo dejaba Madrid, tras un mes hospitalizado por culpa de un infarto, se iba a casa con una receta inesperada. «La mejor gimnasia que puede usted hacer es tomar una copa de buen vino en la comida», le dijo el médico que le atendió.De alguna manera, aquella prescripción encendió una chispa en este empresario, que ni corto ni perezoso decidió plantar diez parras que le había regalado un vecino. Han pasado años desde entonces y aquella primera decena de plantas han sido sustituidas por una extensión limitada de cavernet sauvignon, en la finca 'Pago de los Ángeles', en la sierra de Santa Bárbara. Es donde Sánchez Redondo y los suyos, su familia y sus empleados, han conseguido dar vida al ecológico 'Viña Placentina', un vino que las últimas ediciones de la 'Guía Peñín' ha clasificado con hasta 84 puntos sobre los 100 que otorga como máximo.Se trata de la única empresa de la ciudad del Jerte que se dedica a esta tarea y que controla el proceso de cultivo y producción desde el principio hasta el final. Distinguida con el Certificado Regulador de Cultivo Ecológico de la Junta de Extremadura, el tamaño de la extensión vinícola la convierte en perfecta para desarrollar un completo proceso artesanal. «Sabemos de qué planta es el caldo de cada botella», apunta expresivamente el productor, que va más allá incluso. «Es como si fueran ovejas que forman parte de un rebaño. Podríamos llamar a cada una por su nombre».Otra baza a favor es el microclima en el que la plantación está inmersa, con el Valle del Jerte proporcionándole brisa y unas excelentes vistas de la ciudad.Un sitio excepcionalSon 15 los años que lleva en pie el cultivo, aunque el vino, 'Viña Placentina', salió al mercado hace cuatro. Lo hizo de manera discreta y casi en silencio, porque en casa de Sánchez Redondo son amigos de no hacer mucho ruido. «Nos interesa ofrecer un producto de calidad y que la gente aprenda a apreciarlo. Por eso esperamos tanto tiempo, porque la planta tiene que tener un mínimo de diez años para dar un buen resultado».Las botellas de Coupage, Ecológico, 'Pago de los Ángeles' y el 'Viña Placentina' que ellos mismos denominan el 'etiqueta negra', se pueden encontrar en las tiendas de productos típicos de las principales localidades extremeñas. También se distribuyen en otros puntos del país y ahora se están impulsando dentro del sector de la hostelería.Ahora, quienes lo deseen pueden también encontrarlas en la propia bodega, que tiene abiertas sus puertas para conocerla, degustar el vino y comprarlo.Se trata de un sitio único. No solamente porque sea la primera bodega de la ciudad del Jerte en la que se asume todo el proceso de obtención del vino. Tampoco porque sea una de las escasas ecológicas que hay en Extremadura, sino porque es el emplazamiento ideal para olvidarse de que el mundo existe y hacerlo entre trago y trago.El horario de atención al público se extiende de lunes a viernes, desde las 9.00 a las 14.00 y de 16.00 a 19.00 horas; los sábados de 9.00 a 14.00. Es el tiempo que sus responsables ponen a disposición del público, como una opción más, proyecto que también se va a enfocar de cara al turismo.Los que vayan a la finca de Santa Bárbara podrán disfrutar de unas vistas preciosas de Plasencia. Se va a acondicionar un mirador y se quiere, también, crear un jardín botánico con plantas aromáticas. Es el lugar en el que nace y crece el vino de Plasencia. La empresa tiene enóloga propia, Ana González Mangas, que como no podía ser menos ha sido reclutada en Almendralejo. Todo un honor para esta licenciada en Biología por la Universidad de Extremadura, tener el lujo de trabajar en una finca de sello ecológico, que le permite mimar cada parra como si fuera propia. Cada día revisa las plantas y cuando es tiempo de cosecha, decide cuáles se van a coger y en qué momento. Las cuatro hectáreas de terreno le permiten, también, controlar y atajar posibles plagas de una manera efectiva.La uva se recoge a manoUna de las señas de identidad del cultivo ecológico está en que la uva se recoge a mano. Las callejas que separan a las vides son tan estrechas que no permiten el paso de ninguna máquina. «Yo he visto en fincas grandes cómo el proceso de fermentación empezaba en el tractor, nada más recoger la uva», asegura la experta. Aquí no se aplasta el fruto, porque la mano del hombre la recoge con mucho mimo.Otro signo distintivo es la maleza que aparece entre las plantas. No es signo de descuido, sino de la prohibición de utilizar tratamientos químicos o fitosanitarios que alteren la naturaleza del proceso. «Solamente se puede utilizar abono orgánico», apunta José Manuel Estévez, jefe de ventas de la bodega.El cumplimiento de las reglas está estrictamente vigilado por el Consejo regulador de Cultivo Ecológico. Los caldos de 'Viña Placentina' se extraen en depósitos troncocónicos y se dejan reposar en barricas de roble americano y francés. Una vez embotellados, aguantan un año hasta mojar los labios de quien desee beberlos.Este último proceso también se desarrolla de manera artesanal. «Al vino no le damos brillantez, por ejemplo. Lo que queremos es que sea lo más natural posible».A la hora de comer, el empresario sigue tomando una copa de buen vino, como le recomendó aquel médico del hospital madrileño. Y entre sorbo y sorbo vuelve a recordarse de pequeño, en la bodega que su abuelo tenía en Cabezuela del Valle, donde jugaba entre unas cubas enormes que se montaban y se desmontaban.Quién le iba a decir que un susto de su corazón ha acabado convirtiéndole en bodeguero, en la finca que compró para tener un par de caballos y una casa a su gusto, convertida finalmente en la bodega de Plasencia, que ahora abre a quien desee conocerla a fondo.
Orígen información: Hoy

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